jueves, junio 16, 2016

Mi corazón salta cuando contemplo un arcoiris en el cielo

Asi fue cuando mi vida empezó

Asi es ahora que soy un hombre

Asi sera cuando sea un anciano


¡O cuando me deje morir!
yo podría desear que mis dias estén Vinculados entre si por piedad natural.
pero mi destino no es del un hombre cualquiera

Existencia...bueno, ¿que importancia tiene? Yo existo en la mejor forma en que puedo
El pasado es ahora parte de mi futuro
El presente se me ha ido de las manos

todas las batallas cuestan vidas, sangre, hermanos, hermanas hijos, padres, abuelos, y amores...
Cada mañana gélida en mi corazón
sin tu espina
es morir un poco
ya sin el dulce de las emociones
contendientes en el desfile de los soberanos rayos de la muerte
danza con la luna matizada en hueso el silencio ensimismado
las brotes de mis dedos sangrantes
decoradas con las cicatrices de mis brazos y mis ojos colgantes de un hasta
perdí la cabeza
que le vacíen la plata de mi diosa
venga el jabalí a por ella
la revuelque en todas las tierras
para la perpetuidad impía del dulce sabor
de los relámpagos de septiembre
Este hedor
un hedor a melancolía
será el olor de un hombre siendo empalado…
el olor de una mujer siendo destripada…
u olor de un niño siendo quemado vivo…
así sabe la esencia de la muerte
la comida de mi carne
toda esa podredumbre en mi
mas allá de las tumbas en los buenos cementerios
dormiré para que, me olvide,
olvide anduve caminando aquí,
con cuerpo sangre y deceso
manía de estatua inundada de las lagrimas de dios
no estamos más aquí
las manos tan frías duelen como la usencia muerte
sin lagrimas ya el futuro perece en mis ojos cada segundo,
todo el tiempo será la noche esperando el alba.
Como el mundo se rinde ante el gusano, como bajamos la cabeza ante el oscuro temor del día en que el gusano se alzará victorioso en nuestra carne y se erigirá señor de nuestro cuerpo. Pero, aunque por definición seamos ese miedo, la evidencia de nuestra naturaleza debería permitirnos recordar que somos mortal...es, y que ese es el don que nos permite atesorar cada momento como irrepetible y precioso.
Era mi sueño. Pero algo se metió de por medio, y me levanté en plena noche. Di algunos traspiés hasta que llegué a la nevera. El agua estaba helada (me ha dado un escalofrío sólo de escribirlo). Intenté recordar lo que soñaba, porque era donde quería volver. Pero no recordaba nada. Y me senté en la cocina, apoyando la cabeza en algunos recuerdos gratos de la infancia, cuando todo era más de día y los sueños no se me olvidaban. Es curioso, no me puse a leer, pero pensaba en los libros que leía por entonces. Al llegar del colegio o por la noche, medio a escondidas. Con el pecho valiente de corsarios y mosqueteros. Esas historias. O investigando algún crimen despiadado, o un robo muy extraño. Y de pronto mi madre sentada en mi cama. O allí, en la cocina, preguntándome por lo que soñaba o leía, y protegiéndome del miedo. Mi madre, esa realidad magnífica de mi vida. Esa luz que no dejo de ver aún en las noches más oscuras. Me levanté, pero antes de volver a la cama, recorrí a tientas la casa, y salí al balcón para respirar la madrugada. Y contemplar la calle vacía, y el sueño de los árboles, en esa nana en la que les mecía la brisa.
medito acerca de lo mucho que hace el amor por la dieta. Recuerda que en la Minnengröte, la gruta del amor, del Tristán de Gotfried von Strassburg “los ocupantes no necesitan alimento [...] Muchos se han quedado sorprendidos ante esto y sienten curio¬sidad y ganas de saber como se alimentaban Tristán e Isolda, los dos amantes, en este yermo solitario. Se los voy decir y a satisfacer su curiosi¬dad. Se miraban el uno al otro, y de esto vivían. La cosecha de sus ojos era el alimen¬to de los dos. No comían otra cosa más que amor y de¬seo. Los dos enamorados no se inquietaban lo más mínimo en relación a la comida. Llevaban consigo, oculto bajo sus vestidos, el mejor alimento que cabe encontrar en el mundo. Éste lo tenían, sin necesidad de pagar nada, a su disposición, siempre fresco y nuevo”.
Perdon que no sepa expresar con claridad mis pensamientos, solo comprende que dentro de mi tambien ahora luchan mareas, terremotos y vientos… que aun me visitan esos fantasmas del pasado, asi como los entes que se van adentrando en el tiempo presente… no te pido que comprendas mi temor, ni siquiera te pido que lo intentes, lo unico que me gustaria pedirte seria una pizca de paciencia y unos cuantos granos de tu reloj de arena… espero que descanses bien y que recuerdes que esta noche como muchas otras yo te extraño…
— siempre a ti…
MI PADRE HABLABA CON LOS CISNES

Apoyado en la baranda
del Puente de South Gate
mi padre hablaba con los cisnes
recordando sus días
con los Royal Munster Fusiliers.

La India era el alba
Las mujeres distantes
El sol se acunaba en los brazos de él.
A veces,
cuando las nubes eran color vino
se lavaba la-cara en el Ganges.

Los cisnes remontaban desde el Lee
desplegando las alas.

2
Apoyada en las oscuridades
de su cuarto crepuscular
mi madre hablaba con Dios
recordando a Pearse
y el aliento de Connolly.

Irlanda era nueva
Los hombres altos
La tierra reflejaba su brillo.
A veces,
cuando las águilas chillaban
recorría los caminos a Belén.

Dios abría sus ojos
Poca cosa para un milagro.

De esos dos nací
El Ganges moviéndose con el Lee
y estruendo de artillería creciendo hasta perderse.
Mi madre se vistió de verde hasta que murió.
Mi padre murió con los cisnes.

Sólo los ríos siguen
sangrando suavemente.
Temprano una mañana de domingo,
la esposa de Diarmuid, de Irlanda, se levantó del lecho
"¿Qué pasa, Amada mía? ¿Adónde vas?
“Por la plaza y el campanario, a Glen-na Scail"
"¿Qué buscas allí?"
Unas túnicas bordadas, tres diademas,
nueve broches antiguos, filigranados,
engarzados, parte de mi dote."
"Ven, vuelve
a mi lado. Viajar en domingo, se dice, es mal augurio, y
la cama es mejor que equivocar el camino aue."
"Voy porque debo."
“No puedes viajar sola."
"Mi doncella viene conmigo."
Aprisa partieron de Tara las mujeres
hacia el sur. Entre charlas se extraviaron por sendas de hierba mora.
La leyenda las oculta esa noche en un bosque de Munster.
Fijamente las miraron unos ojos, aguardando la matanza. Pero
Becfola trepó a un roble y allí permaneció, el cálido aliento en sus talones
mientras los lobos aullaban por la comida cercana.
El miedo cerró sus ojos. El miedo se los abrió.
El corazón latía de nuevo. Los lobos se habían ido.
Lloró, desesperada, por los huesos roídos de su doncella.
Algo resplandeció entonces
como su júbilo próximo. En una hondonada
vio a un joven ligeramente ataviado
en seda púrpura con fajas de plata
y rubí en los dos largos pliegues que caían
de sus hombros musculosos, como un balón
cada uno. Trató de gritar, pero su voz era débil. Aquella espada
con piedras preciosas en la empuñadura, aquel escudo ovalado,
la salvarían del malechor, de perder
la virtud, cuando su nuevo campeón
los esgrimiera. Brazaletes y anillos se iluminaron
cuando éste se arrimó a una olla atendiendo el fuego.
Becfola corrió, trastabillando: el joven la tomó tiernamente,
la llevó junto al calor, contemplándola,
sin pronunciar una palabra. Más leños se apilaron
solos bajo la olla. Asombrada,
compartió con él la comida. La llevó luego en silencio
hasta un arroyo cercano; Becfola hundió sus manos
con las de él en el agua, bebió, secó su boca y lo siguió.
Miró hacia atrás - el fuego se había desvanecido. La sorpresa
volvió a detenerla. Estaban a orillas de un lago –
un bote de cobre se hamacaba amarrado a un islote:
el joven lo atrajo hacia la costa con un cabo
y el crujir de un trinquete, señaló, sonrió
y lo guió hasta las gradas sumergidas
de aquella casa en la isla. Becfola vio allí
hermosas camas, pero ni una sola alma. Sin una palabra,
se desnudaron como marido y mujer.
Sin una palabra, ella se acostó entre él y la pared.
Dos veces en la noche se despertaron,
se volvieron uno al otro, pero no traicionaron
al Gran Rey de Irlanda.
A la mañana siguiente el joven habló:
"Eres mi esposa ahora, pero no puedes quedarte.
Vuelve a casa, y espera a que envíe mis duendes terrenales."
"¿Cómo podré irme sola? Mi pobre doncella fue muerta en el bosque."
"Ella está sana y salva,
abrigada por un fuego inmaterial."
Esposa y doncella volvieron entonces a Tara.
Todo lo ocurrido había durado
menos de un minuto.
Becfola se desvistió rápidamente
y se acostó junto al Rey.
"Escuchaste mi buen consejo" -dijo Diarmuid,
volviéndose hacia ella - "y ahora pareces una flor dulce.
Todo ardor y murmullos, como si hubieras escapado
a un asalto de besos. ¿Por qué, me pregunto?
Becfola sintió la creciente excitación de su esposo. Se deslizó
bajo los brazos del Rey con un suspiro profano,
abriendo los suyos. Oyó el amanecer
afuera entre los olmos, y sonrió.
"Porque soy,
Amado mío, tu esposa obediente."
Cuando el hombre comenzó a ser hombre, cuando despertó en la vida y dejo de ser la nada, estaba allí a su lado La Muerte, como un enigma indescifrable. Ningún otro ser siente esa incertidumbre, nadie mas despertó en su conciencia la mortalidad, ni sufre ni agoniza la vida, como el hombre, nadie Tiene la experiencia de muerte con tanta intensidad.
Cuando la muerte dejo de ser un misterio y se convirtió en un problema, dejamos de pensarla y reflexionar sobre la esencia de la muerte, poco a poco, la muerte se convirtió en un espectáculo y un común, espectáculo visual para el entretenimiento del mas ocioso y morboso espectador.
Pero la muerte está aquí pesa como una Cruz de Hierro, que nos recuerda lo que somos, tal vez, sea necesario volver a pensar la esencia de la muerte, pues en cierta medida quien piensa en la muerte piensa en la vida y el que ignora la muerte ignora la vida, así como diría Octavio Paz; “como no amar a la muerte si amo la vida”.
Miro a través de la ventana el cielo gris
y en mi mente tan sólo recuerdos en blanco y negro.
Siempre la misma gente indiferente,
salgo a la calle cegado con los ojos llorosos.
Entro en el bar pido una cerveza intento olvidar,
te veo en un rincón llorando no vas a marchar.
No por eso no quiero que tu te vayas de aquí.
No por eso no quiero que tu te vayas de aquí.
En la mesa estaban servidas las viandas; pan con miel, leche y vino, quesos y jamnones, carne de jabalí, y de venado, frutas y semillas, aves servidas en salsas, también tantos tarros con cerveza estaban listos, que no se podían contar, la fiesta de el fuego nuevo estaba iniciando, las brujas y los brujos bailaban, cantaban e invocaban a la vieja Diosa, y el banquete estaba servido a los muertos y a los vivos por igual, se podía oler en toda la comarca. Era esta la noche en que la oscuridad amenaza con ser eterna, el regreso de Sol invicto era esperado con la fogata de fuego que habría de iluminar nuestro año.
Vengo cantando a la muerte
serenata pidiendo un beso de verdad
para que la noche no me sea lenta y sea un tornado mágico y fugaz
te espero sentado en mi tumba
frente a las flores de mi funeral
mi niña triste ahijada de dios
para encontrarnos siempre a perpetuidad…
Evidentemente, seguiré siendo considerado una abominación de la naturaleza hasta el día que decida comulgar con la idea de tener hijos y que mi esencia se vea doblegada al hecho de ser un entusiasta de algún equipo de fútbol. Sin embargo, visto y considerando mi poca esencia altruista y mi pulsión hacia la misantropía, y mi capacidad de aburrimiento, la cual se vería subyugada frente al monótono espectáculo de perseguir un balón, hasta ese entonces seguiré siendo un desterrado del título de Homo sapiens. Celebro ese destino!
Decía Oscar Wilde, que no importaba que hablaran mal de ti o bien, lo que importa es que hablen de ti, en efecto, que ni siquiera hablen mal de ti es un sólo síndrome de que no importas, algunos deberían sentirse con fortuna que aunque sea cosas malas inspiran
Si no fueran nuestros sueños pesadillas.
Y todos los deseos utopías,
Volvería en un acto total de rebeldía.
Y ahora que rodamos por el suelo,
Voy sintiendo que volvemos al comienzo.