Para la eternidad
Hemos construido tumbas para los muertos
ahí yacen sus cuerpos pudriéndose
haciéndose polvo
¿y quien se siente mejor
ellos o nosotros?
¿para que las flores
evitar se levanten?
¡imposible!
si ellos no tienen fuerza para levantar la tapa del sepulcro
escarbar tres metros les es inalcanzable,
para alzarse en pie a través de la loza y pálida lapida
del mismo color que sus piel
o de sus huesos talvez,
el olvido los respeta en tantas tumbas
abandonadas a la suerte del tiempo,
esperando se borre el nombre de igual forma que la carne
nadie les llora,
nadie les reza,
nadie les visita,
todo tan triste,
“Bécquer tenia razón que tan solos se quedan los muertos”,
y nos quejamos de los revenían
de esos muertos remisos
que nos vienen a perseguir en las noches,
nosotros tenemos la culpa un poco de cariño
y sangre cuando se sientan mal
solo eso y nada mas por una eternidad
por guardarnos nuestro lugar en la húmeda tierra,
nuestro casa en el cielo
solo piden que les recordemos,
almenos eso es lo que yo quiero cuando muera
que enciendan una veladora
viertan vino en el ataúd,
decoren con orquídeas rojas, negras, blancas,
la tierra donde iré a caer,
que escriban con plata mi nombre
en la pesada piedra que tendré por lapida,
solo eso pido
ni lagrimas necesito,
solo saber que cuando muera
no seré un hijo del olvido
muerto en profunda soledad,
sin que nadie asista
a ver como mi cuerpo es regresado
con sus muertos...
Ahora en vida
la soledad me aterra,
me siento presa de una eternidad solitaria
que ni la muerte me podrá quitar,
se que nadie me llorara,
ni me extrañara,
¿quien quiere aun muerto remiso?
¿quien anhela saber sobre el loco errabundo
que vive en la torre norte
frente del cementerio,
donde habla con los muertos
como lo hace con los vivos?
¿quien me dirá cuando muera te necesito,?
¿quien me acompañara hasta mi ultima morada?
antes que llegue a la eternidad,
si ya he regalado mis sueños
apostándolo aun mejor postor,
un ángel tal vez misericordioso
que me enseño a morir en paz...
sin en cambio yo se que con el tiempo
las letras en plata se perderán,
las flores se marchitaran,
el vino será solo polvo que convine
con las vestiduras del deshecho ataúd
que conserva solo polvo y gusanos,
ya nada de mi quedara,
sin lagrimas que me consuelen,
me conduzcan con pasión
hacia el otro lado,
acertando en la veladora que jamás se consumirá
pues la luz que reclamé en que se encendiera
nunca nadie la prenderá,
dejándome la eternidad para creerme
que aun no he logrado morir...
Porque un muerto
solo descansa;
con llanto,
rezo y veladoras,
lo demás
solo son ingenios
para hacer sentir bien
a los vivos olvidándose
del muerto que muere en realidad
cuando se le olvida
en su cama para la eternidad...
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