La vitrina celeste ciñe un manto sobre mi suerte y fortuna, parecería que mis hados me abandonan cuan paso doy, mi fe aun esta a aquí, mis dioses se fueron, dejándome con lo único mío, verdaderamente mío; mi tristeza, mi melancolía y mi soledad…
Ahora boto la armadura la tiro en donde sea, que se oxide no me importa, y el escudo que jamás tuve será olvido, eh quemado la ropa negra, arrojado la espada al piso junto a la pluma y las rompí, me canse del caballo, lo suelto en el vado que consiga su rumbo, se que lo hallara, yo aquí a la mitad de la nada en un punto sin regreso, me tiendo a esperar el final, me rindo, me rindo… lo has conseguido, señor de todo, aquí me tienes rogándome me liquides en el acto, vamos hazlo que jamás seré un caballero, ni siquiera una persona, o un hombre, soy solo un niño que llora, desoladamente, comprando compañía mendigando afecto…
Que vida es esa me eh cansado de ser su bubón el que siempre da y nunca pide, ya me harte de ser4 el que se acerca y no el que se va sabiendo que lo siguen, me dule la espalda y los brazos sin saber porque, y eso a nadie le importa desgraciado de mi haber tomado las ropas de ángel de la soledad, suicidando se, sin morir, en agonía pasiva…
Quiero llorar y desgarrarme la piel, sentir tu calor en mi cuerpo frió, quiero dejar de ser el iluso soñador, y crecer, para dejar de ser un pensamiento, que es recuerdo…
Esta noche corte mi cabello, tire los anillos d elata y las cadenas, avente las botas y saque la ropa azul, no tengo mejor manera de morir que dejar de creer en mis pasiones, que ellas mueran hoy, para que mañana al despertar realmente sea solo la imagen de un ángel de soledad, que el mundo ha construido, que el mundo no entenderá…
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