Hoy no he hecho nada en todo el día.
Salvo engañarme:
la oxidación seguía trabajando,
los castores de la grasa
taponando las arterias,
la vista en el vacío aminoraba
su pérdida veloz. Imperceptible,
tomaba posesión la caries
de aquello que asomaba en el bostezo.
Todo perseveraba en su función
como un soldado japonés
en una isla del Pacífico
al que solo le queda la obediencia
veinticinco años después de rendirse
su ejército:
un seppuku lento y sin sangre.
Jamás se pierde el tiempo: subterráneo,
excava galerías entre el plomo.
Aunque no lo veamos,
nos mina.
Intactos o mordidos,
los gajos pasan.
Aunque tú no mires su esfera,
el engranaje avanza hasta pararse.
Pereza de los labios y la mano,
hoy no he hecho nada en todo el día.
Salvo decirle
adiós a todo apenas sin palabras.
Hoy no he hecho nada en todo el día,
salvo estos versos para el polvo,
la muerte.
los castores de la grasa
taponando las arterias,
la vista en el vacío aminoraba
su pérdida veloz. Imperceptible,
tomaba posesión la caries
de aquello que asomaba en el bostezo.
Todo perseveraba en su función
como un soldado japonés
en una isla del Pacífico
al que solo le queda la obediencia
veinticinco años después de rendirse
su ejército:
un seppuku lento y sin sangre.
Jamás se pierde el tiempo: subterráneo,
excava galerías entre el plomo.
Aunque no lo veamos,
nos mina.
Intactos o mordidos,
los gajos pasan.
Aunque tú no mires su esfera,
el engranaje avanza hasta pararse.
Pereza de los labios y la mano,
hoy no he hecho nada en todo el día.
Salvo decirle
adiós a todo apenas sin palabras.
Hoy no he hecho nada en todo el día,
salvo estos versos para el polvo,
la muerte.
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