La
literatura no sería lo mismo sin los monstruos. Los monstruos han
servido para obligar a que los niños se fueran a dormir, pero también a
que temieran a la oscuridad (yo aún siento un poco de inquietud si no
hay al menos alguna luz iluminando tenuemente la estancia).
Los monstruos, con todo, también ha sido herramientas para explicar más cosas: desde metáforas de nuestros miedos más arraigados hasta analogías políticas o sociológicas.
Algunos autores han prefiero ser explícitos en sus descripciones, otros, sin embargo, sin apenas esbozar detalles, fueron capaces de erizarnos el vello (aún recuerdo el miedo que pasé de pequeño al leer a Lovecraft a pesar de que no aparecía ningún monstruo en sí: solo remotos gruñidos, una amenaza que se cierne…
Los monstruos, con todo, también ha sido herramientas para explicar más cosas: desde metáforas de nuestros miedos más arraigados hasta analogías políticas o sociológicas.
Algunos autores han prefiero ser explícitos en sus descripciones, otros, sin embargo, sin apenas esbozar detalles, fueron capaces de erizarnos el vello (aún recuerdo el miedo que pasé de pequeño al leer a Lovecraft a pesar de que no aparecía ningún monstruo en sí: solo remotos gruñidos, una amenaza que se cierne…
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