Es para que las nubes dejen de imitar nuestros sueños
para soltar el vapor que de nuestros ojos emana,
La irreparable sombra de la pianola se traga la canción intraducible
del mañana para que podamos recordar.
Es para que el verano olvide la lluvia que desvestía nuestros anhelos,
para inaugurar las estatuas frías del recuerdo en la próxima primavera.
El mar escupe los peces y los reemplaza por suspiros geométricos y domesticables.
Es para recuperar la cáscara de nuestro corazón que hacemos girar en reversa
la maquinaria averiada de nuestra conciencia,
para que nuestros sueños no se mezclen con nuestra sangre,
para que aquellas furtivas imágenes no se desvanezcan.
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