Escribo la palabra Naufragio,
con la punta del lápiz voy tocando un silencio que se hunde:
aquí todo aguanta la respiración,
la presencia de la muerte liberadora
como coronamiento necesario del amor,
¿Qué hay que conocer?
¿Qué hay que dar?
somos los abandonados de Dios
delante de mí no se extiende ninguna senda del Diablo
ni suena en mis oídos ninguna campana del infierno.
permaneced junto a mí,
hermosas estrellas
-rogué-,
no permitáis que trate de descifrar esta fusión de luz y sonido,
haced que me rinda a él
de forma plena e incondicional,
que cada naufragio también sea salvación.
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