Me levanté hecho polvo. Me había desvelado la noche anterior hasta que
la poesía vino a mi socorro. Pero no cuento que además le di al vino,
mis muertos me ofrecieron unos tintos estupendos y yo no pude negarme,
porque el vino es sagrado. Ya me vi locuaz e indiscreto, que es una
señal de que conviene reprimirme.
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