tengo la belleza de los comunes
y me confundo entre los mortales,
imito sus bondades, sus ternuras,
y aparento ser bueno y caballero;
un monstruo enmascarado
de dulces envenenamientos,
embaucador con mi catálogo a colores
del presente mágico,
perseguidor de inocencias
con que alimento los ogros
de mi pecho pantanoso…
Soy un monstruo irreconocible,
mi cuerno, mi cola,
mis dientes afilados que hieren
y mis garras que matan
los he escondido en este prado
de versos como un señuelo a la ternura;
nadie me ve pasar, nadie se asusta, nadie me huye,
porque tengo pétalos pegados con engrudo
sobre la cara, porque perfumo y lavo
mis pies deformes que cuando cazan huyen,
porque encanto con una sonrisa
cortada de la cara de una mujer,
porque aprendí a hablar y después a gruñir,
porque no saboreo mis heridas
enfrente de todos,
y porque no dejo rastros de sangre
cuando he matado para alimentarme.
Ronco por las noches
como todos los de mi clase,
cruzo con roja y evado la vida
como el resto,
dormimos apilados en pequeños cubos
de cemento y aluminio,
y por cañerías corroídas
vomitamos cada mañana
todo lo bueno que nos haya quedado;
bebemos con vehemencia, fumamos, nos desvestimos
y tenemos cáncer en las pupilas.
Ya no reconozco la belleza,
invado parques sin que se note
mi hedor de monstruo mal herido,
ladro sin soberanía, despeño quijadas,
huelo la ternura y ataco,
sobrevivo de una presa por semanas,
nunca tengo sed, y jamás me trago la ausencia;
Pero soy un monstruo empeñado
en tomar la dulzura por asalto,
en matar la hermosura,
en morder la mano que me alimenta,
porque todo monstruo tiene dueña,
y toda lealtad es traicionada;
Me convierto en el odio de todos,
pero nadie me reconoce.
Soy un monstruo muy bien camuflado,
me mimetizo con los comunes
y en esta trampa de verso maldito
caen espíritus desprotegidos,
almas en pena, inocencias malheridas,
y retratos de vida que conservo con negligencia;
Soy un monstruo que no supo
qué hacer con tanta belleza humana
entre los brazos...
y como todos me iré desterrado
a la tierra de los anémicos
hasta que me devore con canibalidad
este corazón que no supo qué hacer
con tanta belleza entre los brazos
como todos los de mi clase,
cruzo con roja y evado la vida
como el resto,
dormimos apilados en pequeños cubos
de cemento y aluminio,
y por cañerías corroídas
vomitamos cada mañana
todo lo bueno que nos haya quedado;
bebemos con vehemencia, fumamos, nos desvestimos
y tenemos cáncer en las pupilas.
Ya no reconozco la belleza,
invado parques sin que se note
mi hedor de monstruo mal herido,
ladro sin soberanía, despeño quijadas,
huelo la ternura y ataco,
sobrevivo de una presa por semanas,
nunca tengo sed, y jamás me trago la ausencia;
Pero soy un monstruo empeñado
en tomar la dulzura por asalto,
en matar la hermosura,
en morder la mano que me alimenta,
porque todo monstruo tiene dueña,
y toda lealtad es traicionada;
Me convierto en el odio de todos,
pero nadie me reconoce.
Soy un monstruo muy bien camuflado,
me mimetizo con los comunes
y en esta trampa de verso maldito
caen espíritus desprotegidos,
almas en pena, inocencias malheridas,
y retratos de vida que conservo con negligencia;
Soy un monstruo que no supo
qué hacer con tanta belleza humana
entre los brazos...
y como todos me iré desterrado
a la tierra de los anémicos
hasta que me devore con canibalidad
este corazón que no supo qué hacer
con tanta belleza entre los brazos
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