viernes, agosto 03, 2007


Yo fui mi propia leyenda


Desparecer, como lo hace el viento a la vista humana

sin ruidos puros silencios

es decoroso y elegante

mejor el no anunciar que uno se va

para que hacerlo cuando a nadie le ha de importar

el sonido de la sangre cayendo en el piso

gota a gota y después el ultimo suspiro

me enviare a casa con un dulce de almendras amargas

disfraz de cadáver

tierra y muchas flores

encenderé las veladoras

su fuego aliviara la opresión del frió en la habitación

las cortinas llenas de recuerdos

las ventanas abiertas

para que el alma vuele lejos, rápido y no se detenga

adonde vaya que sea

que ahí que regresar aquí

aun mundo equivocado

dándome una vuelta sintiéndome

vagabundo en el verano de la vida,

ser tan extraño envuelto en un humo de lagrimas

amarillas,

aparecer y esconderse

no los ves, saber y preguntar

en donde caeremos

viviremos para recordar,

solo vemos

y a veces no,

Jugar a ser lo que no se es,

y ser lo que se es

para no ser lo que no se es...

por más que cueste

siempre queda algo

que se recuerda un segundo antes de la muerte

la musa que inspiró la vida

que se va al final de ella

dejando tras de sí

una aurora de lejanía

como un beso perdido

que nació sin un destino,

todo se trasforma como agua,

por los instrumentos de un alquimista,

tengo siempre en cuenta

que eh venido a este mundo

para luchar contra yo mismo

sólo contra mi mismo,

agradeciendo a todos

los que consiguieron que lo haga

yo soy mi vida,

yo soy mi muerte.

Yo fui mi propia leyenda.

El que no ama, ya está muerto. Aunque hayas tenido desilusiones y problemas en el pasado nunca debes perder la fe en la vida, en el amor y la dicha. Quien no lo hace se convierte en una persona amargada y agria, más muerta que viva.