domingo, octubre 16, 2016

Cipreses quemados en el fósforo de la sílaba, esqueletos jugando con la bola de estambre del gato obsceno, ataúdes que entierran lágrimas en las pupilas de las aceras; orejas que oyen al ojo, gritar ecos de muerte: piernas envueltas en ardientes fogones, dedos mutilados ante la navaja de la sociedad, agujeros negros en la muela que rebalsan la taza de té, rodillas agazapadas en la pensión del glúteo; noches, noches, noches y más noches, que se estrellan en la madrugada; aldaba erótica, aldaba que rompe en llanto y escupe balas de sus poros; senos de escopeta y muslos envueltos en sábanas; caderas pintadas en escudos y cintura amarrada al blues de los bardos. ─Estoy perdido, buscando una solución al resquebrajamiento de mi espíritu: ¿qué es lo que florece en la cuna de los versos?, ¿qué es lo que surge como daga de mis labios?, ¿qué es lo que te mata cuando te muestras?, tú me lo dirás muerte. Mientras tanto, entre golpes y trallazos: letras, sílabas, abecedarios, palabras de quebranto y elegías que perturban el manso caudal del poema; raudales que acompañan al poeta maldecido, grilletes que diseccionan los escombros de aquel que pensó diferente. Allá en la pradera: zarzas bebiendo el licor tiznado de los árboles, girasoles que mueren en manos de abejas tatuadas, venados que gritan como espectros: ¡ya no existimos!; tortugas que llevan en sus lomos el sinsabor del colmillo afilado de la injusticia, conejos que ya ni saltan, sino que se ahorcan en el árbol más cercano; todo esto, parece una película de ciencia ficción; sin embargo, es la caótica realidad en la que los peces saben a petróleo y el agua a putrefacción estancada. Todo esto, es lo que pienso del ataúd que arrastro en mis ojos; ¡perdóname poesía, por usarte en el caos que sufre mi amada alma!
Algún día Alguien
me encontrará Fosilizado
sobre este edén
desfigurado
Crucificado
en el silencio de Dios ....
Para los griegos las gotas de lluvia eran los besos que Urano lanzaba a su esposa Gea... Cuando ha terminado de llover el agua se evapora y sube hacia el cielo, las nubes que forma eran las caricias con que Gea correspondía a su esposo. Así para los griegos la lluvia era un acto de amor entre los dioses.

Gracias al amor, al poder de Eros, inició la lluvia en el Cosmos, y Urano y Gea comenzaron a tener descendencia. Aunque todos los seres nacieron de la unión de estos dos dioses, fueron doce sus principales hijos; seis varones llamados Titanes y seis mujeres, que llamaron Titánides. Titanes y Titánides eran dioses enormes y su forma de ser era terrible y salvaje. Con sus cantos hacían temblar la tierra. Sus voces desataban tempestades. Eran capaces de subir hasta el cielo y ahí saltar de un planeta a otro. Si así lo deseaban podían detener el sol e incluso obligarlo a dar marcha atrás atrás. Ellos extendieron el mar por toda la tierra y crearon la multitud de seres fabulosos que lo habitan. Con sus propias manos construyeron montañas y acantilados. En fin, Titanes y Titánides fueron los primeros príncipes del Cosmos, y como se unieron entre sí, engendraron una gran cantidad de descendientes que se distribuyeron por todas partes dela tierra, del mar y del cielo.

Los Titanes poseían un tempreamento salvaje, pero Cronos el menor de los doce, fue el más sanguinario de todos. Cuan Cronos llegó a la edad adulta, sustituyó a su padre en el trono del universo.

Este violento titán tomo una hoz muy filosa, hizo a un lado los cabellos que le cubrían el rostro, y se abalanzó sobre Urano con intención de matarlo, aunque Urano era inmortal. De cualquier manera, finalmente Urano se declaró derrotado al serle mutilados los genitales por su propio hijo, y se alejó chorreando sangre. Pero antes de retirarse, le advirtió a Cronos:

"Ten mucho cuidado, pues así como ahora tú me expulsas de mi señorío llegará el día en que tú mismo serás expulsado por tus propios hijos". Fue así como los Titanes, encabezados por Cronos dejaron de ser príncipes para convertirse en señores del Cosmos.
últimamente hay un culto romántico al underground, a lo que pasó hace años, una fascinación por la crisis y el desastre, pero esa fascinación puede llegar a ser una nueva manera de no querer mirar lo que nos está pasando, no querer ver que ir a peor no tiene por qué generar un movimiento de superación, sino de mediocridad, creo que es una mistificación el hecho de que estando aplastados y débiles las cosas tienden a explosionar, creo que es un mito basado una falta de análisis, es un mito romántico que se desentiende de condiciones materiales de nuestro aquí y ahora que son únicas e irrepetibles, la historia siempre tiene algo de imprevisible y creo que estamos cegados queriendo vivir en un presente mítico, como si todo siempre fuese lo mismo, lo que evita que intentemos entender nuestro presente.