Ahora vivía en grillos claros en los arroyos de alquitrán de los caminos, ahora caía como el rocío en una verja de hierro. Era la suya una mente que se adaptaba con rapidez, y volaba invisible en los vientos de Illinois esta noche única de su vida. Acababa de cumplir diecisiete años.
-Quiero enamorarme -dijo.
Lo había dicho a la hora de la cena. Y sus padres habían abierto los ojos y se habían reclinado tiesamente en sus sillas.
La Bruja, Ray Bradbury
La Bruja, Ray Bradbury