miércoles, septiembre 25, 2019
Yo soy la Muerte segura a todas criaturas que son y serán en el mundo
durante. Demando y digo: oh hombre, ¿por qué curas de vida tan breve al
punto pasante? Pues no hay tan fuerte ni recio gigante que de este mi
arco se pueda amparar, conviene que mueras cuando yo lo tire con esta mi
flecha cruel traspasante. ¿Qué locura es esta tan manifiesta que
piensas tú, hombre, que otro morirá y tú quedarás, por ser bien
compuesta la tu complexión, y que durará? No estés seguro si al punto
vendrá sobre ti a deshora alguna corrupción de liendre o carbunclo, o
tal implosión porque el tu vil cuerpo se desatará. ¿O piensas por ser
mancebo valiente o niño de días, que largo estaré y hasta que llegues a
viejo impotente la mi venida me detardaré? Avísate bien: que yo llegaré a
ti a deshora, y no tengo cuidado que tú seas mancebo o viejo cansado, y
cual yo te hallare, tal te llevaré
¡A Lilita!
En vez de una carta
En vez de una carta.
El humo del cigarrillo consumía el aire,
El cuarto parecía un capítulo
del "Infierno" de Kruchoni¹.
¿Recuerdas,
detrás de esta ventana,
por primera vez,
acaricié tus manos extasiado?
Hoy, sentado estoy,
y tengo el corazón aprisionado.
Pasarán los días,
y tal vez,
me echarás, insultándome.
Ya no entraré en el oscuro pasillo de tu casa,
con las manos temblando.
Saldré por fin,
y arrojaré mi cuerpo a la calle,
salvaje,
enloquecido,
desgarrándome desesperado.
No hace falta eso, querida,
mi buena amiga,
mejor despidámonos ahora.
Igual mi amor,
será una cadena que colgará siempre de ti, adonde vayas.
Déjame llorar en un último grito,
la amargura de mis quejas ofendidas.
Si a un buey lo matan de trabajo,
se echará a descansar sobre la hierba fresca.
Para mí,
más que tu amor, no me consuela nada.
Y tu amor ni con el llanto me otorga algún descanso.
Si el elefante busca reposo
se acostará solemne sobre la arena ardiente.
Para mí,
No hay otro sol más que tu amor,
aunque no sepa dónde estás, ni con quién.
Si así viviese atormentado el poeta,
cambiaría el dinero y la gloria por su amada,
mas para mí,
no hay sonido más alegre,
que el sonido de tu nombre amado.
Y no me arrojaré al abismo,
y no tomaré veneno,
y no podré apretar el gatillo en las sienes.
Para mí,
tu mirada,
tiene más fuerza y poder,
que el filo de cualquier navaja.
Mañana olvidarás,
que yo te he coronado,
que el alma florecida la he consumido de amor.
Días de trajín barrearán el carnaval desordenado,
y las cuartillas de mis versos se perderán.
..
Acaso alguna vez mis páginas, cual hojas secas
te obligarán a detenerte,
a respirar con avidez.
Déjame,
aunque más no sea,
alfombrar con mi última amargura,
tu paso que se aleja.
En vez de una carta
En vez de una carta.
El humo del cigarrillo consumía el aire,
El cuarto parecía un capítulo
del "Infierno" de Kruchoni¹.
¿Recuerdas,
detrás de esta ventana,
por primera vez,
acaricié tus manos extasiado?
Hoy, sentado estoy,
y tengo el corazón aprisionado.
Pasarán los días,
y tal vez,
me echarás, insultándome.
Ya no entraré en el oscuro pasillo de tu casa,
con las manos temblando.
Saldré por fin,
y arrojaré mi cuerpo a la calle,
salvaje,
enloquecido,
desgarrándome desesperado.
No hace falta eso, querida,
mi buena amiga,
mejor despidámonos ahora.
Igual mi amor,
será una cadena que colgará siempre de ti, adonde vayas.
Déjame llorar en un último grito,
la amargura de mis quejas ofendidas.
Si a un buey lo matan de trabajo,
se echará a descansar sobre la hierba fresca.
Para mí,
más que tu amor, no me consuela nada.
Y tu amor ni con el llanto me otorga algún descanso.
Si el elefante busca reposo
se acostará solemne sobre la arena ardiente.
Para mí,
No hay otro sol más que tu amor,
aunque no sepa dónde estás, ni con quién.
Si así viviese atormentado el poeta,
cambiaría el dinero y la gloria por su amada,
mas para mí,
no hay sonido más alegre,
que el sonido de tu nombre amado.
Y no me arrojaré al abismo,
y no tomaré veneno,
y no podré apretar el gatillo en las sienes.
Para mí,
tu mirada,
tiene más fuerza y poder,
que el filo de cualquier navaja.
Mañana olvidarás,
que yo te he coronado,
que el alma florecida la he consumido de amor.
Días de trajín barrearán el carnaval desordenado,
y las cuartillas de mis versos se perderán.
..
Acaso alguna vez mis páginas, cual hojas secas
te obligarán a detenerte,
a respirar con avidez.
Déjame,
aunque más no sea,
alfombrar con mi última amargura,
tu paso que se aleja.
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