jueves, septiembre 20, 2012

la lectura de esta carta




Me gustaría, aunque sé que la lectura de esta carta lo va a hacer difícil, tal vez imposible, y aunque suene a eso tan manido, que siguiéramos siendo amigos. Lo hemos sido hasta ahora. Nuestras almas, como en el soneto, de John Donne, "And now good morrow to our waking soules", se atraen, se tocan. Es una lástima que no sólo de esa alma vivamos, hay otras cosas, otros rincones oscuros, y tú lo sabes, aunque no siempre quieras verlos, y en uno de ellos está tu deseo, agazapado, probablemente incluso a tu pesar, tu deseo de una fumada. Tal vez algún día consigas todo eso que te falta para que te sea posible competir con aquellos que se pueden permitir tenerlas.
Bueno, la cosa es que, del modo que sea, ya no encuentro la hora de volverte a ver.
No me conformo, no; me desespero.
Ayer pensé en tí, además, pensé lo bueno que sería yo si encontrara el camino hacia el durazno de tu corazón; lo pronto que se acabaría la maldad a mi alma.
Por lo pronto, me puse a medir el tamaño de mi cariño y dio tantos kilómetros por la vida. Es decir, de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó. Y es que tú eres el principio y fin de todas las cosas.

Entre tanto, no olvides que siempre podrás, como la canción, contar conmigo. No lo olvides.

Te quiere,
Oscar