¿no
soy yo también igualmente pueril, yo, desdichado a quien llaman Hamlet y El
Caballero de la Triste Figura?
sábado, septiembre 23, 2017
Pues me vale madre, lo que suceda lo que se piense, te quiero y te
extraño y simplemente me importas, no importa, no estés o te encuentres
tan lejos, lo que siento es rea y no voy a guardármelo, siempre es
preferible decir la verdad aunque eso me traiga la muerte, no soy un
cobarde y sigo de pie y si es necesario moriré atado como lo hizo
Cúchulainn
¿Puedes flotar por el universo de tu cuerpo
sin extraviarte?
¿Puedes disolverte poco a poco?
sin extraviarte?
¿Puedes disolverte poco a poco?
¿Descomponerte?
¿Puedes descansar
como la semilla-luz aletargada,
hundida en la tierra húmeda?
¿Puedes dejarte llevar a la deriva
como un ser unicelular
en la marisma de los tejidos blandos?
¿Puedes hundirte
en tu oscura
y fértil ciénaga?
¿Puedes
bajar en espiral
por el gran río central?
¿Puedes descansar
como la semilla-luz aletargada,
hundida en la tierra húmeda?
¿Puedes dejarte llevar a la deriva
como un ser unicelular
en la marisma de los tejidos blandos?
¿Puedes hundirte
en tu oscura
y fértil ciénaga?
¿Puedes
bajar en espiral
por el gran río central?
"Cada poema un paso hacia la muerte" Álvaro Mutis comprendió la vida a
través de la literatura y, a su vez, comprendió la muerte. La esperaba.
La esperó desde siempre, “alimentado por la savia de su desdicha”. La
esperó en el barrio de San Jerónimo, en Ciudad de México, rodeado por su
eterna máquina de escribir Smith Corona, por sus libros y sus autores,
que más que autores eran compañeros de viaje —Cèline, Machado, Mauriac,
Apollinaire, Valery Larbaud, Residencia en la Neruda y Enrique Molina—,
por sus retratos —Borges, una imagen de García Márquez en El
Espectador—, por sus gatos, como señalaba Le Monde, y su mujer, Carmen
Miracle.
Cautivante amante y amada,
deidad de muerte y vida,
incesante y ausente de lo que es,
de lo que fue y será.
deidad de muerte y vida,
incesante y ausente de lo que es,
de lo que fue y será.
Esperando a ocurrir,
infinitamente ven y llévame
donde los huesos son blancos y la carne es un puñado de gusanos,
qué necesidad existe de habitar donde no suspiran ni las tristezas.
Muerte de tela blanca,
trae en tus labios mi mortaja,
bésame que el frio lentamente asesina
los restos de la ternura
mientras danzamos en las orillas del mundo
el triste vals de otoño.
infinitamente ven y llévame
donde los huesos son blancos y la carne es un puñado de gusanos,
qué necesidad existe de habitar donde no suspiran ni las tristezas.
Muerte de tela blanca,
trae en tus labios mi mortaja,
bésame que el frio lentamente asesina
los restos de la ternura
mientras danzamos en las orillas del mundo
el triste vals de otoño.
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