viernes, octubre 21, 2016

Alguien podría hablarte de amor,
pero yo vengo a demostrártelo,
me gustas triste,
pero deseo verte sonreír,
no había formas mejores de transmitir
lo que es el desamor,
cuando se rompe y no puede ser reparado por más que lo deseemos
siempre habrá algún lugar para bailar durante toda la noche,
esos murmullos
que critican un rostro
unas piernas
en medio de los bares
los tragos y la música pos-punk
allí inclusive en la ciudad
cada una de las calles marcadas con nuestros nombres
como un himno animal
aullado al silencio fantasmal
de las lejanías universales.
nadie hablara de nosotros
no contaran una tragedia ni harán películas
ningún Dios piadoso hará nuestros cuerpos estrellas en el cielo
para que nos ubiquen en el recuerdo de nuestro amor,
perfectos contaminados el uno del otro
cantando y saltando dejando la vida en cada callejón,
¿quien quiere cambiar?
evitarlo es el suicidio de lo inevitable
me encantas feliz,
deseo verte triste,
es un mes corto tan escaso
para darme cuenta que mis ojos no volverán a ver
debajo de la mortaja,
en la que me oculto para no encontrarte
descubrirás que es tu falda
robada de tus caderas,
tal vez te estremezca la perversión de usar tu ropa como bandera,
no es amor es corrupción
de lo bello ante lo podrido de la muerte,
es mi luto
los 40 días que curaran las heridas
el tiempo infinito que hace los viernes un lunes,
preciosos fines de semana sin poetas que elogiaran tus ojos,
quedaran solo mis pintas en los muros,
las canciones que pincho en el bar
todas cada una profanando tu memoria
porqué febrero se presta para contar tragedias
ya que el odio es una forma del amor.
Leopoldo María Panero: El lamento de José de Arimatea
No soporto la voz humana,
mujer, tapa los gritos del
mercado y que no vuelva
a nosotros la memoria del
hijo que nació de tu vientre.
No hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen aullar como
aullaban
en el Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te arrodilles más ante
tu hijo muerto.
Bésame en los labios
como nunca hiciste
y olvida el nombre
maldito
de Jesucristo.

Danza en la nieve
mujer maldita
danza hasta que tus pies
descalzos sangren,
el Sabbath ha empezado
y en las casas tranquilas
de los hombres
hay muchos más
lobos que aquí.
Luego de bailar toca
la nieve: verás que es buena
y que no quema tus manos
como la hoguera
en la que tanta belleza
arderá algún día.
Partiendo de los pies
hasta llegar al sexo
y arrasando los senos
y chamuscando el pelo
con un crujido como de
moscas al estallar en la vela.
Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrima
y tu aullido.
me pregunto si alguien me va llevar cigarros y libros al psiquiatra? terminar encerrado como Pizarnick o Panero, no se siempre he tenido miedo a perderme y dejar de ser yo.