martes, abril 03, 2018

"Una puerta no es igual a otra nunca: fijaos bien. Cada una tiene una vida propia. Hablan con sus chirridos suaves o bruscos: gimen y se expresan, en las largas noches de invierno, en las casas grandes y viejas, con sacudidas y pequeñas detonaciones, cuyo sentido no comprendemos [...]
No hay dos puertas iguales: respetadlas todas. Yo siento una profunda veneración por ellas; porque sabed que hay un instante en nuestra vida, un instante único, supremo, en que detrás de una puerta que vamos a abrir está nuestra felicidad o nuestro infortunio".
(Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, 1904).
El agua y el tiempo son hermanos gemelos de vida y muerte. Sin agua, la vida se enquista en los pliegues de la tierra. El agua se escurre entre los dedos y transcurre inexorable, como el tiempo, sin retorno. La vida necesita tiempo y el tiempo le quita la vida a uno. El agua y el tiempo se aparean en la muerte y en la vida de un Universo en el que todo se mueve y nada permanece.
Y la obsesión humana es controlar ambos.