Ídolos ajenos que pelean dentro de mí,
pisando ángeles clavados en las tumbas
la tierra de mi madre
desgastada con la hermosura de la luna,
a muerte el diablo y dios dentro de mi
disputan una hoja en blanco con el sabor de los sentimientos
no están ahora los días que me salvaran
pero contengo en la mirada
perturbadas lagrimas
perfectas en la memoria grabadas en mis labios como el nombre
de la ultima inspiración…
bendito tritono de amor
me exoneras de una muerte diversa y poco piadosa
sin poder derrumbar las espaldas de los falsos
su miedo me complacerá
lo enfrascare en cristales
junto los despojos de la humanidad perecida en el siglo 13,
hoy es el crepúsculo de la sangre,
un fin idóneo para la Fe, los días grises y las lluvias de miseria,
sin colores en la habitación
no duele la silueta vacía,
nada permanece para el placer
mientras todo lo que habita dentro
se conserve en un abismo áureo
aprisionando al sol,
solo la luna quemándose en el vientre del sol
arrancan suspiros de belleza,
como clavos enterrados en las palmas de las gárgolas durmientes
mas allá de todo lo que no puede entenderse,
recurre el cuerpo a una espada
que sanara abriendo la piel para expulsar del roto cadáver
los mil nombres de todos los suspiros,
como infinitos diablos mordiendo los corazones
de esos que quieren hacer poesía, santísima poesía sacra,
idiotas sin remedio... carecen de "FE"
nunca conocerán la gloria de los divinos versos,
ni el amado arte sacro de una muerte de piedra
en campos y necrópolis
construidas con la lagrimas de las perdidas y las flores dulces,
sonaran las campanas de la muerte para abrirse las puertas
del cielo,
un elegido entre los mil infantes,
un soldado entre los mil guerreros,
un caballero entre los mil hombres,
un héroe de entre todos,
para reconocer el mundo que desviste los anhelos sin memoria
el recuento pintado en los escudos con sangre,
cualquier asesinato en nombre del amor
está justificado, eso atrae de la muerte…
lo mejor de la muerte
soy yo.