martes, junio 05, 2012

A veces me da por extrañarte

A veces me da por extrañarte, y esas ansias llegan a mí, comienzo a correr y me estrello con el mundo, con un aeropuerto y el mar, ya lo sabrán quienes me han visto salir corriendo de casa hasta no poder mas y es entonces donde me detengo y grito tu nombre con todas mis fuerzas, a veces sonrió y recuerdo tu rostro otras en un impulso mas salto con toda la voluntad para que me crezcan a las y pueda volar… y caigo nuevamente a esta tierra.

A veces quisiera hablarte tanto como para que los días fueran segundos, quisiera saber de ti conocerte, más. Todo marcha a su ritmo la rueda de la vida gira, yo no tengo un reloj pero tengo una piedra de sol un calendario mexica, donde también pondré nombres para que sigan girando el mundo… Si pensamos igual, o similar pero diferente, y nos complementamos, tu idea de estar unidos por el momento, me agrada, si es positivo, porque nos entendemos y entendernos, no?

Es de noche, pero ya se que va a amanecer e, sol siempre sale, y pienso en que no importa que difícil o duro sea siempre habrá luz.

"Frente a la originalidad brillante del otro no me siento jamás átopos, sino más bien clasificado (como un expediente muy conocido). A veces sin embargo, llego a suspender el juego de las imágenes desiguales ("¡Que no pueda yo ser tan original, tan fuerte como el otro!"); intuyo que el verdadero lugar de la originalidad no es ni el otro ni yo, sino nuestra propia relación. Es la originalidad de la relación lo que es preciso conquistar"

Barthes, R., Fragmentos de un discurso amoroso, Siglo XXI, México, sección: átopos

Ausencia


Yo dejaré que muera en mí el deseo de amar tus ojos que son dulces
Porque nada te podré dar sino la tristeza de verme eternamente exhausto.
Sin embargo tu presencia es algo así como la luz y la vida
Y yo siento que en mi gesto está tu gesto y en mi voz está tu voz.
No quiero tenerte porque si no en mi ser todo estaría terminado
Sólo quiero que surjas en mí como la fe en los desesperados
Para que pueda llevarme una gota de rocío de esta tierra maldita
Que quedó sobre mi carne como una mancha del pasado.
Yo permaneceré... tú te irás, pondrás tu rostro en otro rostro
Tus dedos enlazarán otros dedos y te abrirás a la madrugada
Pero no sabrás que fui yo quien te tuvo, amigo de la noche
Porque puse mi rostro en el rostro de la noche y oí tu habla amorosa
Porque mis dedos enlazaron los dedos de la niebla suspendida en el espacio
Y traje hasta mí la misteriosa esencia de tu abandono desordenado.
Quedaré solo como los veleros en los puertos silenciosos
Pero te poseeré más que ninguno porque podré partir
y todas las quejas del mar, del viento, del cielo, de las aves, de las estrellas
Serán tu voz presente, tu voz ausente, que se borra.

Vinicio de Moraes