lunes, noviembre 20, 2017

supongo que mencionar ejecutado aun asesinato esta incorrecto, porque los ejecutados por definición; "ejecutar tr. Hacer, realizar una cosa: ejecutó una jugada maestra. Ajusticiar, dar muerte al reo condenado a ella. Interpretar una pieza musical. Hacer cumplir una orden o disposición judicial por procedimiento ejecutivo. También prnl.:ya se ha ejecutado la sentencia de embargo."
Se sabe que la música es como el alcohol: quizá por eso se lleven bien. Quizá, además de sus mutuos poderes contradictorios, productores de recuerdo y de olvido, de ofrenda y de venganza, de placer y de dolor, música y alcohol compartan su capacidad de medium: a través de ellos también hablan los muertos y a través de ellos, en el fondo de una botella o en el eterno playback de una canción, buscamos las respuestas a los enigmas irresueltos del pasado y a las posibilidades del hubiera. Por eso música, poesía y alcohol comparten esa semilla aristotélica: el poder de imaginar, la construcción de discursos de lo que sería posible pero no es.
Dos cosas van al sepulcro: La primera, el cuerpo físico; la segunda es la personalidad humana. Esta personalidad es el vehículo a través del cual se manifiestan los defectos, durante cada una de nuestras existencias. El cuerpo de la personalidad, se forma durante los primeros 7 años (en la infancia) y se robustece con las experiencias. A veces la personalidad del muerto se pasea por el cementerio; también suele salir de su sepulcro cuando sus dolientes la visitan y le llevan flores. Poco a poco, la personalidad se va desintegrando. La personalidad es energética y atómica. La personalidad es perecedera. No existe ningún mañana para la personalidad del difunto, ella es mortal. La personalidad  no se reencarna. La personalidad es hija de su tiempo y muere en su tiempo.
Húmedo lecho de muerte es tu boca devorándome cada noche. Haciendo de mi cuerpo un mastique viejo, sin sabor. ¿Es que no puedes tragar mi tristeza de un bocado? La he alimentado toda mi vida con las penas más pesadas, para que juntos, en esta destrucción amorosa, caigamos pronto hasta el fondo de nuestra tumba matrimonial