sábado, mayo 15, 2010

Aprendí a marcar el tiempo, los momentos con canciones, al ritmo de mi corazón, a seguir soñando con los beats apropiados, las coincidencias y los wha, wha de las guitarras.

Las películas bien me enseñaron a arriesgarme y saltar por la ventana, a absorber el viento y arrancarme la piel para ser un cambia formas, a unir las cualidades y esperar la casualidad de mi vida, a olvidar el verano, y enamorarme del otoño, a esperar los finales alternativos que son mejor que el de la Historia, sin importar cuantas sonrisas o lagrimas aparezcan antes de los créditos.

Aprendí con los poemas, a cantar, a contar las verdades del mundo, a esperar susurros donde no existe más que el olvido, a enamorar corazones solitarios y tristes, con mi solitaria y triste existencia, porque en la más profunda depresión nacen los mejores poemas pero encuentran cómplices, para esas colecciones de momentos, llenado los bolsillos de mi pantalón con palabras,

Después de todo, sin esas tres cosas jamás habría aprendido que La vida, es una fatalidad que se disfruta hasta el punto final, nos conduce a un nuevo libro, una nueva película o el siguiente álbum de The Cure o de quien sea…

Es mi historia llena de historias, en un soundtrack personal dónde mis poemas, hablan de películas, de literatura, de momentos, de música tan abismalmente aferrada ; la vida, la muerte y el amor.

Truenan las puertas,
carcajean los perros olfateando la urbe
sus abismos,
benditas sombras, que traen una paz sacramental
para el reino del miedo
tan voraces insectos volando sobre las bocas
vuelve a comenzar
la marea de silencio en la fatiga
de mi sonrisa sin motivo
ruego encontrarme con la boca del infierno y las aves que comerán mi carne,
la vida sigue siento hermosamente bella
aquí…
hermosamente trágica
aquí…
que no importa si estoy vivo o muerto
la desgracia del mundo
esta escrita desde mi piel hasta mi alma
sin poderse borrar en mi cama de tierra agusanada.