jueves, octubre 26, 2017

A las parcas

Dadme un estío más, oh poderosas,

y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.

El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,

¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.

Friedrich Hölderlin
hoy perdí toda confianza y esperanza en lo humano, todo mi odio acumulado exploto y asesino lo poco que que daba de bondad en mi, sinceramente no me importa que bien este el mundo, que mal este el mundo, es una perdida de tiempo, preocuparse por lo que no puede ser salvado
¡Dios! Sólo quiero amarla,
y hacer de cada palabra un suspiro,
o una caricia, o un rubor, o una rosa.
Que en cuanto me lea me vea, y me crea,
y vaya desnudando mi vida, y mis poemas,
hasta llegar al amor con sus ojos,
y una vez allí que haga de mí lo que quiera.
¿Buscamos un jazmín en la noche
monoaural, co-duelista, donde la línea se dispara
una poda
un roble
los huesos?
... y si a la hora de la siesta el roble no te ha nombrado,
Jamás existí,
no hubo inocencia el 28 de diciembre
no hubo mi inocencia, digo
la noche se abre otra y otra su luz, y sin luz cierra
los planetas no giran, ombligo nuestro, urna
las urnas no se besan se oscurece la frente y un ojo
sangrará, después, en el medioevo
Oscar buscó su lugar púdico bajo la luna
supimos que el lloro ahueca el universo
y sigue sucediendo.
Los pasos que seguimos hacia lugares de descanso son los de los Dioses que nos conducen a los mundos de donde hemos de volver cuando la cortina de oscuridad se rompa.
Esperamos siempre el regreso de los seres que amamos. De ningún otro.
Madre de toda vida de ti, de tus misterios aprendemos que la muerte es solo una parte de la vida que tu nos otorgas, de la misma forma en que la Oscuridad es parte de la Luz.
Contigo y bajo tu amparo el ciclo de la vida renace eterno por todo los siglos de los siglos
Quiero apuñalarte hasta la muerte y juguetear con tu sangre habrá que buscar a alguien que lo grabe en vídeo, un poco de cafeína podría sacarme de esta depresión, "qué color de huesos tan sutil" llevo aquí todo el tiempo pero no me has visto…
Hace exactamente un siglo, el poeta galés Dylan Thomas nacía en Swansea. Muerto cuando no había cumplido los cuarenta años, su obra sobrevive a pesar de que ya no goza del predicamento al que ayudó la leyenda de bebedor rebelde de su autor.
Cuando se habla de la poesía de Thomas es normal pronunciar los títulos de composiciones tan célebremente famosas como "And death shall have no dominion" y "Do not go gentle into that good night". Pero hoy, para recordarlo, prefiero traer el que para mí tal vez sea su poema más perfecto, el "This bread I break" publicado en 1936. Se trata de un texto riquísimo, lleno de paralelismos y que comienza con uno de esos versos que recuerdan a las aliteraciones múltiples de la poesía compuesta en la lengua galesa (que Thomas no empleó, pues se ciñó al inglés):
ESTE PAN QUE PARTO
Este pan que parto ayer fue avena,
este vino en un árbol extranjero
se sumergió en su fruto;
de día el hombre o por la noche el viento
abatieron la mies, rompieron la dicha de la uva.
Ayer en este vino de hoy, la sangre del verano
pujó en la carne que adornó la vid,
ayer en este pan
la avena estaba alegre bajo el viento;
el hombre rompió el sol, tiró el viento por tierra.
La carne que partís, la sangre que dejáis
ser desolación en las venas
fue la avena y la uva, nacidas
de la raíz sensual y de la savia.
De mi vino bebéis, partís mi pan.
Es verdad, que sólo eres la estela de mis planes buenos
Tan sólo las ruinas de un palacio viejo
Es verdad, tan sólo eres las flores un jardín desierto
Es verdad, tan sólo los peces de un estanque seco
Tan sólo los peces de un estanque seco
Es verdad, ya no eres ni la pena ni el dolor ni el frío
Ya no eres ni la duda de un posible encuentro
Es verdad, tan sólo las cenizas de quererlo todo
Es verdad, tan sólo los residuos de un dolor perdido
Tan sólo los residuos de un dolor perdido
Es verdad, tan sólo los residuos de no tener, nada
Tan sólo el humo de un pequeño incendio
Es verdad, tan sólo las ganas de creer en todo
Es verdad, tan sólo el eco de no tener nada
Tan sólo los residuos de quererlo todo
Es verdad, ya no eres ni los posos de esta gran botella
Ya no eres ni el rencor, ni el temor, ni la huella
Es verdad, tan sólo eres el polvo de un salón vacío
Es verdad, tan sólo el silbido de aquel viento frío
Tan sólo el silbido de aquel viento frío