lunes, diciembre 09, 2019

La descripción de la bruja Erictho aparece reflejada por primera vez en el libro sexto de Farsalia, obra escrita por el autor romano Lucano. Este poema épico, increíblemente largo, relata la guerra civil desatada entre Julio César y Pompeyo.
En este contexto surge una figura temible que parece ser una combinación de todas las brujas mitológicas y literarias anteriores, dado que simula evocar la descripción que Virgilio hace de Hécate en su célebre Eneida.
La Bruja Erictho o Ericto
La Bruja Erictho o Ericto

Erictho (o Ericto) vive en Tesalia, el país clásico de la brujería, y allí es consultada por el hijo de Pompeyo la víspera de la batalla de Pharsalus (48 a.C).
Esta horrible hechicera tiene enormes poderes, que la aproximan más a una diosa que a una bruja, y emerge como la Gran Madre Kali recogiendo los huesos y las cenizas de los muertos.
En Farsalia, en vez de guiar a los suplicantes hacia el Inframundo, Erictho es capaz de rescatar seres de infierno a través de ejecuciones nigrománticas y de reanimar cadáveres que predicen los resultados de las batallas.
Se creyó que tales operaciones tenían resultados reales, y la resurrección de los muertos fue un tema discutido en círculos científicos hasta el siglo XIX.
Georg Luck afirma que el poeta Shelley leyó a Lucano junto a su esposa Mary y que este hecho probablemente derivó en la idea que ella tuvo de escribir Frankenstein.
Las brujas, meigas en el norte de España, son a su vez descendientes de las pitonisas greco-latinas, que tenían poderes adivinatorios. En la Edad Media se las consideraba mujeres extraordinariamente feas y ancianas o de una belleza y juventud malignas. La tradición dice que se podían convertir en gatos y que volaban montadas en una escoba. La bruja literaria conoce conjuros y pociones que convierten a los hombres en animales o que obligan a una persona a enamorarse de otra, en el caso de los llamados “filtros de amor” -por ejemplo, en la Celestina. En el mundo simbólico la mujer encarna frecuentemente las cualidades más perversas
La cacería de brujas se convertirá rápidamente en
una narración mitológica, un recuerdo fantasmagórico,
tanto oral como literario, e incluso un arquetipo
metafórico. Las brujas no serán olvidadas después de
la Revolución francesa y del advenimiento de la modernidad política.
No desaparecerán de la memoria
colectiva con el final de la Inquisición y el agotamiento
de la Contrarreforma, ni tampoco con el desarrollo de
las nuevas formas de disciplina y castigo creadas por
la sociedad industrial, aunque Foucault no les haya
prestado atención. Las brujas siguen acechando el
imaginario colectivo de los siglos xix y xx