sábado, septiembre 24, 2016

Todo pecado es una injuria a Dios nuestro Creador y Señor, porque es una desobediencia a sus mandamientos, y eso exige un castigo.
Hay pecados privados y pecados públicos. Los privados son los que se cometen individualmente y los públicos cuando los cometen los pueblos, sociedades o naciones.
Los primeros son castigados por Dios en esta vida, y en la otra con el Infierno o el Purgatorio según la gravedad; los segundos son castigados sólo en esta vida, porque en la otra ya no existen pueblos o naciones.
Ya llega mi hora
saltaré de repente al vacío
sin conocer el estado de putrefacción de mi carne
ni cómo los gusanos socavan mis ojos
sin tregua ni descanso pienso en la muerte
eso quiere decir que mi hora está próxima..
La sabiduría délfica fue manoseada por nuestras tecnologías racionales haciéndola pasar por una invitación a la verticalización del yo. He aquí una versión horizontalizante del oráculo, quiebre del mundo, agotamiento del sujeto.

Te cuento,
acabo de preguntarme
“¿qué estaba haciendo yo recién?"
lo pensé un momento y
me acordé que estaba escribiendo
Mientras lo hacía,
me olvidé de lo frío,
de lo malo y de lo pesado
Quizás a ti no te sirva leerme
pero a mí me funciona escribirme…
En el Libro de los Eones (o de los Días), se menciona que antes de que el tiempo fuera, el Demiurgo (Sammael Yahldabaoth) comprendió en su Mente los Arquetipos de las cosas, los cuales siendo las Ideas perfectas creadas en la Mente Suprema del Más Grande, del Inefable, eran invisibles. Pero, proyectando parte de su propia Esencia, Sammael, revistió estos Arquetipos invisibles que eran Espíritu puro, y les dotó de Alma, a partir de su propia Alma, y entonces, dice en el Libro: "lo invisible se hizo visible, y lo inmanifiesto, fue manifestado". Antes de que fuera creada la materia, el Alma era el polo opuesto del Espíritu.
Partiendo de lo anterior, el Dragón como tal, siendo el representante del Espíritu, no tiene forma, y su Presencia es un reflejo del mismo Demiurgo, quien es Sombra del Inefable. La forma con la que conocemos al Dragón es una apariencia que en símbolo viviente, traduce su Poder y su Esencia. Pero, en el mundo de las apariencias, esta imagen nos permite llegar a la Imagen Real, la cual es indefinible para los sentidos mortales; así, partimos de lo conocido hacia lo desconocido. Entonces, el que Seth "mate" a Apep (fijar, en el sentido Alquímico), indica que está yendo más allá de las apariencias, y así llega a contemplar la Verdad de lo que Es el Dragón, su misma Esencia, que es la Esencia de la Creación. Se comprende a Sí Mismo, más allá del Mundo de las apariencias, como lo que Es en Realidad, en su Imagen Real. Como Thoth-Hermes, el Dragón de Al-khem ha dicho en las Tablas de Esmeralda: "Entiende que de lo visible, sólo queda lo invisible; lo que no tiene forma es todo lo que queda de lo que tiene forma".

EL SEÑOR QUE AMABA A LOS DRAGONES
El señor Ye amaba tanto a los dragones que los tenía tallados o en pinturas por toda su casa. Cuando de esto se enteró el verdadero Dragón Celestial se puso muy contento y bajó a la Tierra; llegó a la casa del señor Ye y metió su cabeza por la puerta y su cola por la ventana. Al verlo, el señor Ye huyó despavorido, a punto de enloquecer. Esto demuestra que el señor Ye no amaba verdaderamente a los dragones; sólo gustaba de la imagen pero no del auténtico dragón. SHEN BUHAI
Todo continua viviendo, todo excepto yo, me estoy muriendo, nunca creí que fuera así, digo al menos no para mi, no para Sabbhat, yo soy aquel que salio de las sombras, con su abrigo, cigarro y arrogancia, justo para vérselas con la locura, puedo salvarte, si consumen hasta la ultima gota de tu sangre, alejare tus demonios, los pateare en los huevos y les escupiré cuando estén abajo y entonces estaré de regreso en la oscuridad alejándome con una simple inclinación de cabeza, un guiño y una historia, caminare solo por mi senda ¿quien querría caminar conmigo?
Cuando llega la sombra que la muerte extiende ante ella como para cerrarles los ojos, los pintores descubren que, aunque conocen la vejez, su pintura no la conoce. Habían inventado su propio lenguaje y habían aprendido más tarde a hablarlo: es el momento en el que parecen poder transcribirlo todo.
Ocurre que ya no les sirve y, entonces, quieren profundizar en su plenitud para enfrentarla a la fuerza de la muerte como la habían enfrentado a la debilidad de la vida. La voz del infinito se torna apremiante cuando adopta el timbre fúnebre…