Horacio Quiroga - Los diez mandamientos de nuestra ley.
1. Amar el yo sobre todas las cosas.
2. Gustar el placer donde quiera que lo encontremos.
3. Satisfacer todos los deseos que pudieran ocurrírsenos.
4. No creer en el pecado.
5. Fornicar eternamente, así en el pensamiento como en la obra.
6. Procurarse dinero por cualquier medio.
7. Desterrar para siempre jamás prejuicios inútiles
8. No adular en vano.
9. Cambiar de ideas, si esto puede parecer conveniente o agradable.
10. Mantener el secreto.
lunes, marzo 12, 2018
La
aventura, dijo alguien que se había probado en ella, es un proceso de
selección que no sólo confirma al héroe predestinado, sino que aparta y
devuelve a su sitio al que sólo pretende o aparenta.
Fui en su búsqueda… y me cuento entre los que volvieron para contar una historia, no de honor, sino de oprobio. Pero acaso por el camino y las historias, por las Islas de Bienaventuranzas, por todo lo perdido y roto, y por el culpable pero auténtico gozo que siempre se halla en la debacle ajena, la mía sea una de esas historias que, pese a todo, complace oír.
Fui en su búsqueda… y me cuento entre los que volvieron para contar una historia, no de honor, sino de oprobio. Pero acaso por el camino y las historias, por las Islas de Bienaventuranzas, por todo lo perdido y roto, y por el culpable pero auténtico gozo que siempre se halla en la debacle ajena, la mía sea una de esas historias que, pese a todo, complace oír.
Me gustaban tus ojos mojados por la lluvia
y el olor de la ropa después de cada abrazo.
Esperar, escondido, tu llegada en la tarde
y la del beso aquél que anunciaba el principio.
y el olor de la ropa después de cada abrazo.
Esperar, escondido, tu llegada en la tarde
y la del beso aquél que anunciaba el principio.
Me gustaba subirte por los bancos del parque,
mirarte desde abajo, saberme tus bufandas,
retrasar los relojes, ir a cafeterías
donde los camareros nos trataban de usted.
Los días del amor son rápidos y pocos,
me gustaba citar, rememorando a Shelley,
y tú asfixiabas, triste, la razón de aquel verso,
y un autobús sin gente me alejaba de ti.
mirarte desde abajo, saberme tus bufandas,
retrasar los relojes, ir a cafeterías
donde los camareros nos trataban de usted.
Los días del amor son rápidos y pocos,
me gustaba citar, rememorando a Shelley,
y tú asfixiabas, triste, la razón de aquel verso,
y un autobús sin gente me alejaba de ti.
No existen apenas fuentes coetáneas, por lo que su época es una de las
más oscuras de la historia de Mesopotamia. Crónicas posteriores
describen a los qutu como hombres feroces, que no conocían el temor de
los dioses, y los denominan “dragones de la montaña”. Los sumerios los
llamaron “serpientes, escorpiones y parodias de hombres”.
Por mucho tiempo, se ha dicho que el agua bendecida por un sacerdote era
un arma poderosa y mortal contra un vampiro, sin embargo, existe una
controversia sobre este hecho. El concepto clasico 'romántico' del
vampiro dicta que el agua bendita es letal sobre un vampiro pues le
quema como si se tratase de ácido corrosivo en un humano. Sin embargo
también hay fuentes que indican que no es sólo el agua bendita, sino el
agua en general, la que los afecta.
Sin embargo y pese a todo, la gran mayoría de la gente sigue el concepto clásico y se refieren al agua bendita como el líquido mortal para los vampiros
Sin embargo y pese a todo, la gran mayoría de la gente sigue el concepto clásico y se refieren al agua bendita como el líquido mortal para los vampiros
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