domingo, diciembre 10, 2017

Creo que una de las cosas más difíciles para muchos seres humanos es poder desarrollar una capacidad de desapego hacia otros. En distintas medidas, creo que prácticamente todos hemos sufrido pérdidas amorosas, amistosas y familiares. No me refiero a asuntos de muerte, sino de distancia (que en muchos casos es igual). Hablo de la perra necesidad que tenemos de generar vínculos con las personas y lo complejo es que es poder darse cuenta de que los ciclos, así como las tormentas o los días soleados, deben terminar.
No es sano estar rogando por un lugar en la vida y en el tiempo de alguien más, por muy querido que este o esta sea. No es sano estar sufriendo o angustiado por pensar en las cosas que ya terminaron. Uno solamente puede controlar sus actos (y a veces ni eso), y andar batallando para que alguien nos haga un apapacho o al menos se acuerde de uno creo que es un pasatiempo tóxico que poco a poco nos oscurece el alma.
En mi caso, durante muchos años no sólo hice eso, sino que lo asumía como algo normal y daba por hecho que en ciertas relaciones humanas yo debía ser el que engrasara la maquinaria, pero madrazo tras madrazo entendí finalmente que eso no podía seguir pasando. Algunas personas ya no están en mi vida simplemente porque dejé de escribirles, dejé de intentar encuentros sin éxito, y aunque era un riesgo calculado (uno en el fondo conoce a su gente) y al principio fue difícil, la neta es que uno debe construirse su propio entorno feliz, y si eso excluye (o nos excluye de) a gente importante para nosotros, es un costo que vale la pena pagar. Mi vida desde entonces es mucho más tranquila y gratificante, pues dejé de depositar mi felicidad en otras y otros y en sus reacciones para conmigo.
No creo que esto se trate de buenos y malos. Vaya, en mi opinión todos somos una basura y unos chingones (según convenga) y yo mismo estoy lejos de considerarme una buena persona, pero sí creo que es mucho mejor que nuestros quereres, amores y cariños circulen en vías de dos direcciones. Todo debe tener un fin, y tratar de estirar algo especial sólo por miedo a perderlo me parece que es como seguir masticando un pedazo de carne que ya no tiene sabor.
Así que, si estás leyendo esto y estás pasando por un proceso de cambio o ajuste, me gustaría decirte que hay UN CHINGO de gente allá afuera, y estar llorando todo el día por una (docena) es una pérdida de un tiempo que jamás regresará.
Nadie, absolutamente nadie es tan importante.