sábado, agosto 26, 2017

El deseo de desaparecer, porque las cosas desaparecen, emponzoño tan atrozmente mi sed de ser que, en medio de los resplandores del tiempo, el aliento se apagaba y el ocaso de las naturaleza me envolvía con multitud de sombras. Y como veía el tiempo en todas las cosas, esperaba salvarlas del tiempo
Como un perro muerto de miedo
suelto la mordida diestra
precisa y terrible arrebato tiempos y olvidos a la muerte
Como un perro enfermo
me aferro a mi oscuridad
tan triste como y entrañable amante

Común perro sin familia
abandonado en el invierno eterno
ando disimulando la felicidad que jamás tendré
Como un perro le ladro a la luna
para espantar a la muerte
para atraer a la manada
y me canso de desafiar al destino
Como un niño juego a ser feliz
sé que un día
un buen día
el día que me muera
sabrán que ya no existe el perro
que les protegía…
Silencio…
La nada…
Sin latidos…
Sin sueños…
Sin ningún alivio…
Casi muerto…
Sin rastros de esperanzas…
Destrozado por dentro…b
Vegetando en un infierno
lleno de olvido y dolor,
donde deja una estela de recuerdos
ansiando nacer a la felicidad.
Queman en él deseos inmensos,
ganas por tener un gran amor,
pero ya está condenado
a vagar sin encontrarlo.
Dale tu mano si lo ves,
regálale un beso y un abrazo
Siempre fuiste mi espejo pero estas del lado bonito de ese lado donde los mounstros no existen yo al contrario soy el reflejo feo... Donde el espejo no es de plata.
Si hay un infierno especial para los escritores sería forzosamente contemplar sus propias obras

El estado del alma.
De eso se trata en la vida.
Lo veo por la calle,
en esa muchedumbre de miradas
que se cruzan conmigo.

Y en esas sábanas limpias.
Y en cuanto alguien habla
lo primero que yo escucho
es el tono del alma.
Y hasta en el mínimo gesto
de los cuerpos
percibo lo que ocurre dentro
de su soledad, de su silencio.
El estado del alma:
de eso se trata también en el poema,
donde cobijo mi ser
y busco la felicidad de todo.
El monstruo es un error que mancha la perfección del mundo,
Como el polvo que ensucia y es barrida,
engendro cuya deformidad confirma y halaga
nuestra cultura sobre los miembros y los órganos,
la monstruosidad antídoto para sentirse humanos;
la aberración del orden, el desvío,
la violación de la virtud generadora de fetos comidos por la putrefacción del vicio,
las dos cabezas,
las culebras emergentes de vaginas,
los cuerpos cosidos por los genes maculados,
los contrahechos,
las aleaciones de espantos y bestias,
las criaturas abisales,
el miedo, siempre el miedo a lo ignoto,
a la frontera,
a los otros que casi siempre,
una vez más, nos acercan el espejo
el monstruo está siempre en los aledaños;
nos amenaza con el caos,
pues es una ilusión del propio orden que lo agita
y muestra para apuntalar su estabilidad
el monstruo es óxido en las manos lavadas,
es esputo en una pureza únicamente sustentada en el número.

El descanso de los muertos
No me he cansado de hablar contigo,
sé que no respondes,
es tu silencio mi respuesta,
con él dialogo.
Podrías ser un muerto cualquiera,
pero no lo eres:
eres un muerto sin cuerpo,
sin tumba,
sin funeral,
sin flores y sin rezos.
Eres un vivo que nunca volvió
¿estás muerto,
acaso?
Lo estás aunque vuelvas vivo.
Gélidos y blancos son ya tus recuerdos,
es así como se recuerda a un muerto.