martes, diciembre 06, 2016

Todos los días rezo esta oración
al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
La gente me condeno al olvido
sonrió siempre ocultando las lagrimas
siempre
miro películas
leo a Machado
y escucho a The Cure
no necesito mas
no tengo nada
mas que el frió
y muchos sueños que me compro,
nadie me llorara
no me importa yo lo hago por mi
mientras fumo o duermo en mi cama tan cómoda
soy feliz aunque no me comprendan si estoy a gusto,
aunque me muera por dentro,
y me destrocé siempre el alma,
así soy una foto vieja olvidada en la pared
cubierta por un cuadro de Siqueiros.
Que esperas del mudo, de la gente, de la vida o el aire? Si la estrella que te iluminaba, decidió no darte luz, si de lo único que podías aferrarte, si quien te entendía y miraba con sinceridad sin que le importaras fueras un mounstro dejo de verte, que esperas entonces de todo el mundo y el universo si desde que naciste fuiste engendrado con la peste de la muerte, ah tontito niño ingenuo, deberías crecer un poco, madurar y entender que no importas porque ya no está lo único que te mantenía atado a este mundo.

No duermo para no despertar solo
tampoco me gusta estar despierto,
siempre prefiero dormir y olvidar que estoy solo
es solo una fantasía sentimental
causa de la ausencia de voces vivas
de la luna postrada en mi ventana
certeramente observando mis manos
en la cama y mis piernas desnudas
entre sabanas frías
un poco tibias a veces,
soy un suicida asomado en la azotea con una cuerda,
se me termina en cigarro que se apaga frente al televisor,
cuéntame algo antes que mi única salida sea saltar por la ventana
antes de que me vuelva loco
por beber las cenizas de esta copa de cristal francés,
ahora las musas dejan de inspirar
para aventarme navajas y dos balas huecas
no tienen nombre pero me invitan a morir
como hombre gris
bajo la fuente
del centro donde los infantes mirara mi cuerpo
sangrante en el agua
el domingo que la Virgen y Lucifer disputan mi alma
desatando la guerra
pero vendrán las brujas
y me llevaran cual hadas a Avalon con Arturo…
y me marche