Perdona si un día
ya no estoy cuando necesites mi ayuda,
la muerte ha venido por mi
con atavió de ángel de la soledad,
ha petrificado el marchito corazón lleno de ausencias
que tenia ya como un féretro apolillado
dentro del pecho,
seco los ríos rojos de mi cuerpo
son ahora sal roja una arena fina
una ilusión clandestina
casi ilegal como mi vos
esparciéndose como eco lejano a través del viento,
todo en mi palpita rápidamente,
en un ultimo aliento,
perduraran solo mis uñas que seguirán creciendo
o mi cabello alborotado por la soledad,
¿quien olvidara primero mi nombre antes de que muera?
pues ya ni siquiera lo han de conocer los vivos,
¡voy, voy!
triste no por morir,
nunca por ya no estar
siempre la busque, la llame, muerte tierna y cariñosa,
viene aquí a mí y yo con ella,
sonrió un poco
como algún infante comiendo mazapán de Toledo,
pero en el fondo me duele
ya ni siquiera enterarme que será de ti
si vos bien vivirás,
aunque siempre lo ha sabido nunca necesitaras a alguien como yo
siento la pena
de que si un día de casualidad logras voltear a buscarme y decir ven te necesitó
no este ya mas aquí,
solo mis huesos mudos que siempre rogaran perdones
que existí que ya no lo hago.