domingo, febrero 18, 2018

Entonces Ginebra le impuso a Sir Gawain la empresa de defender a todas las damas y honrarlas mientras viviera.
Y además le ordenó que siempre ejerciera la cortesía y otorgara clemencia cuando se lo pidiesen.
Y sir Gawain juró por los cuatro Evangelistas que cumpliría con esos requerimientos..."
JONH STEINBECK
Ha querido el destino que se encuentre justamente ahora, tras más de dos siglos, una cantata de Mozart, Salieri y un tal Cornetti. Es la Cantata K477a, y lo minúsculamente curioso es que se escribió para que Nancy Storace, famosa soprano, recuperase la voz. Como yo estoy con la voz perdida, me ha hecho muchísima gracia la coincidencia. Enseguida, porque el silencio fomenta la autocrítica, me he regañado: ¡hábrase visto egocentrismo semejante!
Pero luego he pensado que si ese egocentrismo no es más que una especie de especia que se espolvorea sobre la realidad para recibirla con más agradecimiento y gracia, bien está. Si la empatía es ponerse en lugar del otro, el interés consiste en ponerlo todo en el lugar del yo, de modo que uno se sepa incumbido, interpelado, afectado por cualquier cosa. ¿Y qué me dicen del placer de pensar que hay una música de Mozart y unas estrofas de Da Ponte que, indirectamente, por un movimiento reflejo, interceden por la recuperación de mi alma?