miércoles, octubre 26, 2016

A las parcas

Dadme un estío más, oh poderosas,

y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.

El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,

¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.

Friedrich Hölderlin
¡Dios! Sólo quiero amarla,
y hacer de cada palabra un suspiro,
o una caricia, o un rubor, o una rosa.
Que en cuanto me lea me vea, y me crea,
y vaya desnudando mi vida, y mis poemas,
hasta llegar al amor con sus ojos,
y una vez allí que haga de mí lo que quiera.
¿Buscamos un jazmín en la noche
monoaural, co-duelista, donde la línea se dispara
una poda
un roble
los huesos?
... y si a la hora de la siesta el roble no te ha nombrado,
Jamás existí,
no hubo inocencia el 28 de diciembre
no hubo mi inocencia, digo
la noche se abre otra y otra su luz, y sin luz cierra
los planetas no giran, ombligo nuestro, urna
las urnas no se besan se oscurece la frente y un ojo
sangrará, después, en el medioevo
Oscar buscó su lugar púdico bajo la luna
supimos que el lloro ahueca el universo
y sigue sucediendo.
Los pasos que seguimos hacia lugares de descanso son los de los Dioses que nos conducen a los mundos de donde hemos de volver cuando la cortina de oscuridad se rompa.
Esperamos siempre el regreso de los seres que amamos. De ningún otro.
Madre de toda vida de ti, de tus misterios aprendemos que la muerte es solo una parte de la vida que tu nos otorgas, de la misma forma en que la Oscuridad es parte de la Luz.
Contigo y bajo tu amparo el ciclo de la vida renace eterno por todo los siglos de los siglos
Hace exactamente un siglo, el poeta galés Dylan Thomas nacía en Swansea. Muerto cuando no había cumplido los cuarenta años, su obra sobrevive a pesar de que ya no goza del predicamento al que ayudó la leyenda de bebedor rebelde de su autor.
Cuando se habla de la poesía de Thomas es normal pronunciar los títulos de composiciones tan célebremente famosas como "And death shall have no dominion" y "Do not go gentle into that good night". Pero hoy, para recordarlo, prefiero traer el que para mí tal vez sea su poema más perfecto, el "This bread I break" publicado en 1936. Se trata de un texto riquísimo, lleno de paralelismos y que comienza con uno de esos versos que recuerdan a las aliteraciones múltiples de la poesía compuesta en la lengua galesa (que Thomas no empleó, pues se ciñó al inglés):
ESTE PAN QUE PARTO
Este pan que parto ayer fue avena,
este vino en un árbol extranjero
se sumergió en su fruto;
de día el hombre o por la noche el viento
abatieron la mies, rompieron la dicha de la uva.
Ayer en este vino de hoy, la sangre del verano
pujó en la carne que adornó la vid,
ayer en este pan
la avena estaba alegre bajo el viento;
el hombre rompió el sol, tiró el viento por tierra.
La carne que partís, la sangre que dejáis
ser desolación en las venas
fue la avena y la uva, nacidas
de la raíz sensual y de la savia.
De mi vino bebéis, partís mi pan.