martes, junio 19, 2018

No me lamento, aunque el mundo este envuelto en sueño;
no me lamento, aunque el frio viento sople;
no me lamento, aunque la nieve caiga fuerte y profunda;
no me lamento, también esto pasara pronto.
prendo este fuego en tu honor, diosa madre,
tu creaste la vida de la muerte,
el calor y el frio.
el sol vive una vez más,
el salve, madre de todos!
Expurgo la biblioteca, no hay más remedio ante la llegada inmisericorde de tantísimos volúmenes nuevos que con uñas y dientes, más el atrevimiento de la juventud, empujan y arrinconan a los viejos. Es lo mismo que en los nichos de los cementerios, cada cierto tiempo desalojados y con los restos yendo a parar a un osario, una fosa común. En un ejemplar que sopeso, y absuelvo, Argumentos en busca de autor, de Bruno Mesa, esta frase: "Detrás del libro, atados los dos por una cuerda, suele aparecer el cadáver del autor." ¿Me perseguirá el fantasma de quien escribió alguno de estos libros de los que hoy me desprendo?
Dual el mundo avanza
con su pisada fuerte,
el carro empuja hacia la luna
y los enamorados despiertan,
la cascara que cuida los sueños
se rompe y los nunca soñadas ilusiones mueren,
huyen volando suaves aves rojas
veloces como el parpadeo
hasta chocar contra aun espejo
soñado por alguien que ya no está,
germina la serpiente se enreda en la vida
adentrándose a este imposible,
la muerte nos podrá entregar paz,
pero vamos a dormir a su casa.
Están encendiendo las antorchas
la luz comienza a enamorar a una noche triste
el calor del fuego sonriente
acumula nostalgia
engaña a la mascara
el hombre emerge de entre las sobras
y se envuelve en luz
pronto renacerá
un niño, un joven, el sabio y el puro
la vergüenza del ayer.