miércoles, julio 05, 2017

Como el mundo se rinde ante el gusano, como bajamos la cabeza ante el oscuro temor del día en que el gusano se alzará victorioso en nuestra carne y se erigirá señor de nuestro cuerpo. Pero, aunque por definición seamos ese miedo, la evidencia de nuestra naturaleza debería permitirnos recordar que somos mortal...es, y que ese es el don que nos permite atesorar cada momento como irrepetible y precioso.
Al salir de Vivar, Rodrigo Díaz tuvo la corneja a su diestra, y al entrar en Burgos a su siniestra. A ras de tierra, hoy, el cantar de gesto de asco y miedo, tan diferente al de gesta del Cid, de los transeúntes.
De izquierda a derecha, y siniestra en cualquier caso, la velocidad de una rata, negra, un trazo rápido de tiza en el negativo de la claridad deslumbrante del día, su pizarra.
Casi rozando el pie, un instante. Visto y no visto. Fugaz, no deja de cruzar por la memoria.