Nací muerto...
por eso espanto, nací mostro, por eso me huyen
me veo mal porque no soy de este mundo,
y hiedo a muerte,
es natural nadie me quiera...
soy como la peste,
nadie quiere enfermar,
nadie quiere esa maldad,
nadie quiere bailar con la muerte,
ni mucho menos caminar con uno de sus hijos.
sábado, octubre 28, 2017
LA MAGIA(K) NO ES PARA TODOS
Es un hecho simple el que no
todas las personas son iniciados. La Magia(k) no es para todos. Es
cierto que, en un sentido teórico, la Magia(k) podría ser utilizada por
todo el mundo y algunos podrían argumentar que todas las personas la
usan de manera inconsciente. Esto no es más que una especulación teórica
dirigida hacia una imagen optimista del mundo en el que todos son
iguales. La llana verdad es que la Magia(k) es practicada solo por unos
pocos, incluso entre los ocultistas. Dichas afirmaciones podrían bien
conducir a la conclusión de que estoy abogando por una forma de elitismo
espiritual y tal vez sea el caso. No es tanto que lo defienda, sino
que meramente expongo los hechos que tantos “ocultistas” modernos
intentan ignorar o encubrir con su moral igualitaria de la Nueva Era.
Más allá de las estructuras jerárquicas artificiales de la sociedad
temporal y las jerarquías espirituales de muchas facciones oculistas,
existe un pequeño cuerpo de verdaderos iniciados; no necesariamente los
Jefes Secretos o Maestros Escondidos, sino la gente que se ha convertido
en la Magia(k) que ellos practican. No me corresponde a mí decir si
dichos “verdaderos iniciados” son miembros de alguna congregación oculta
o no, pero tal vez sea una parte útil de la práctica mágica el que
pensemos “como si” lo fueran, pues dicha creencia proporciona una
cohesión agregada entre los Adeptos de cada camino y, a su vez, puede
conducirnos a una fuente convergente para para toda la Magia(k).
Además de la falacia igualitaria de la Nueva Era, existe también una
gran cantidad de sin sentidos con respecto al término “tradicional”.
Todo el espectro de los caminos ocultos está plagado con “genuinos
maestros tradicionales” y similares. Tal exceso de sinceridad huele a
simple y llana falsedad, pero no obstante es útil al oscurecer las
Tradiciones Reales de la explotación de las masas crédulas. Pero,
¿cuáles son estas “Tradiciones Verdaderas”?
Al debatir sobre las
“Tradiciones Reales”, solo puedo hablar desde mi experiencia personal,
que es tan validad o invalida como la del próximo charlatán. Pero en lo
que a mí respecta, me consideraría a mí mismo como practicante de la
Hechicería Tradicional del Sabbat de las Brujas. Algunos podrían pensar
que dicha afirmación es demasiado extravagante u oscura para probar o
refutar.
El término “tradicional” normalmente se limita a un
cierto sentido de continuidad histórica con un énfasis específico en una
enseñanza oral o teofánica trasmitida de persona a persona a lo largo
de las sucesivas generaciones. Esta es una definición útil al aplicarse a
las practicas nativas de la Magia(k) dentro de las sociedades
primitivas donde, por ejemplo, cada generación tiene su guía espiritual o
chamán. Pero al ser aplicada a la brujería tradicional europea,
encuentra numerosos problemas para lograr una autenticidad creíble. Ha
habido muchas afirmaciones de brujos modernos acerca de autenticidad
“tradicional” o “hereditaria”, pero no existe evidencia definitiva o
concreta para construir una imagen histórica aceptable del Culto
Brujeril tradicional; o eso es lo que dicen la mayoría de los
historiadores.
El problema es que no nos es posible penetrar el
barniz histórico de las Inquisición y el Malleus Maleficarum; nuestro
punto de vista es constantemente nublado por la historia
cristo-mitificada del mundo. Pero no podemos simplemente descartar la
posibilidad de la continuidad tradicional del Culto de los Brujos porque
es casi imposible de probar.
En mi opinión, existe suficiente
evidencia para creer “como si” el Culto de los Brujos siempre hubiera
existido. En primer lugar, existe una corriente continua de simbolismo
mágico a lo largo de la historia europea, que obviamente varía de una
región a otra y de un periodo a otro, pero que, sin embargo, posee un
grado de consistencia para que podamos creer en la existencia de una
tradición mágica. En segundo lugar, esto puede ser respaldado por la
evidencia arqueológica para el uso continuo de amuletos mágicos durante
muchos cientos de años, por ejemplo: las botellas de brujas, efigies de
cera o arcilla, escaleras de nudos de brujas, marcas de maleficios en
construcciones, etc. Al menos esto parece inferir la existencia de una
tradición de creencias mágico-ritualista a un nivel “folclórico”, si no
es que a un nivel de un culto organizado.
Nadie puede negar que
la idea de un culto antiguo y secreto que sobrevive a través de los
milenios es una fascinación y algo en lo que nos gustaría creer; podemos
descartar esto como otro síntoma de la inclinación moderna por las
teorías conspirativas o tal vez verlo como una corazonada intuitiva. De
todos modos, muchos creen en esto como si fuera la Verdad. Yo irías más
allá y sugeriría que es esta misma creencia de “como si...” ha existido
por milenios; ¿acaso la mayoría de las sociedades no poseen demonios,
hechiceros, etc., y es esta misma creencia en tal cosas la que se ha
refinado a sí misma en la realidad de la brujería de hoy? Sea si el
Culto ha existido o no es quizás irrelevante. Sin embargo, la creencia
en su antigüedad es una faceta integral y necesaria de nuestra Magia(k)
actual.
He encontrado prácticas de brujería de naturaleza tanto
tradicional como hereditaria, pero no puedo probar esto de manera
concluyente con evidencia histórica aceptable, por lo que mi experiencia
es estrictamente válida en el campo de mi propia vida y dentro de las
vidas de los que podrían confiar en mi palabra.
Entonces, con el
fin de dar alguna autenticidad a mis propias afirmaciones de Brujería
Tradicional, he de ofrecer una definición alternativa de “tradición”.
Sin duda, existe una evidencia histórica de creencias folclóricas
mágicas continuas a lo largo de la historia europea y existe una
creencia de “como si...” en la existencia de brujos y hechiceros, etc.,
pero para mí, la tradición del Culto Brujeril no es simplemente una de
sucesión oral, teofánica, “apostólica” o hereditaria. Esta es más bien
una tradición atávica: no es necesariamente un linaje continuo de
iniciados sino más una resurgencia periódica y metempsicótica de la
Sangre Brujeril. Esta posee un grado de continuidad histórica en que sus
enseñanzas son más o menos consistentes en sus principios de
practicante a practicante, pero no depende por completo de los medios de
perpetuación visibles o temporales.
Yo afirmaría que la
Tradición Secreta de la Hechicería existe como una realidad y como una
creencia. Su realidad está en el hecho de que en cada siglo ciertos
hombres y mujeres nacen con un conocimiento innato y pasión por el Arte
Mágico, extendiéndose más allá los de sus contemporáneos. Su creencia
yace en las mentes de todos; en los mitos de los sabbats clandestinos y
los antiguos cultos primitivos; en las fantasías colectivas de dioses,
semidioses y diablos. La creencia mantenida en las mentes de los muchos
tiene su realización en la carne de los pocos.
Al final como en el principio: la Magia(k) no es para todos.
Andrew D. Chumbley
Revista Chaos International No.12, 1992
Andrew D. Chumbley
Revista Chaos International No.12, 1992
Hay unos seres increíbles
que vagan en la noche honda;
cuerpos indefinibles,
que vagan en la noche honda;
cuerpos indefinibles,
carátulas horribles
que en torno nuestro andan de ronda.
Son los elementales
artificiales,
hijos de las malas pasiones,
pensamientos impuros
y deseos oscuros
que nos envuelven en turbiones.
Todo lo que pensamos
adquiere forma en el astral,
el traslúcido mundo adonde vamos
tras las larvas del mal.
Los que atizan ansiosos
los carbones del fuego
sexual; los que disponen, tenebrosos,
la ley fatal de las mesas de juego.
Los que acechan a las mujeres
adúlteras y tejen la asechanza
y vierten sangre de venganza
en el lecho de los placeres.
Los que inspiran en el nocturno
de sábado la idea sanguinaria
al dipsómano taciturno
que asesina a la golfa solitaria.
Musa de los asesinatos
sin causa y de las turbias tentaciones;
seres como esfumados garabatos
y rostros hechos con chafarrinones,
que alienta en el seno
febril de la angustiante pesadilla
con su faz amarilla,
el ojo turbio y continente obsceno.
Los trasgos del dinero,
Ministriles del Diablo,
que es el siniestro titiritero
que maneja los hilos del moderno retablo.
Sombra de sombras lo que se aburuja
y su capuz refleja en un espejo,
espíritu de bruja
que hace un escobón su caballejo,
y todas las cosas feas
y las turbias ideas
emanaciones de Satán.
Cuando en el solitario
campanario
las doce dan:
¡din, don! ¡din, dan!
Cruzan de ronda
y al aquelarre van.
que en torno nuestro andan de ronda.
Son los elementales
artificiales,
hijos de las malas pasiones,
pensamientos impuros
y deseos oscuros
que nos envuelven en turbiones.
Todo lo que pensamos
adquiere forma en el astral,
el traslúcido mundo adonde vamos
tras las larvas del mal.
Los que atizan ansiosos
los carbones del fuego
sexual; los que disponen, tenebrosos,
la ley fatal de las mesas de juego.
Los que acechan a las mujeres
adúlteras y tejen la asechanza
y vierten sangre de venganza
en el lecho de los placeres.
Los que inspiran en el nocturno
de sábado la idea sanguinaria
al dipsómano taciturno
que asesina a la golfa solitaria.
Musa de los asesinatos
sin causa y de las turbias tentaciones;
seres como esfumados garabatos
y rostros hechos con chafarrinones,
que alienta en el seno
febril de la angustiante pesadilla
con su faz amarilla,
el ojo turbio y continente obsceno.
Los trasgos del dinero,
Ministriles del Diablo,
que es el siniestro titiritero
que maneja los hilos del moderno retablo.
Sombra de sombras lo que se aburuja
y su capuz refleja en un espejo,
espíritu de bruja
que hace un escobón su caballejo,
y todas las cosas feas
y las turbias ideas
emanaciones de Satán.
Cuando en el solitario
campanario
las doce dan:
¡din, don! ¡din, dan!
Cruzan de ronda
y al aquelarre van.
Los Días de Muertos, se convierten en una plataforma de expresión para
ofrecer lo mejor que tenemos a los que ya no están con nosotros y nos
permite apreciar el regalo que es la vida. Es un punto de encuentro y
vinculación, con las personas más cercanas en esta vida girando en torno
a nuestra historia familiar, para compartir de dónde venimos y
contestarnos preguntas de quienes somos.
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