viernes, diciembre 16, 2011

Yo no hare que sonrías,

Yo no hare que sonrías,

pero prometo revelarte

el secreto de las aventuras,

hare de la vida un poema

épico como las grandes Historias

nada de novelas burguesas,

o comedias simplonas,

y los trágicos dramas no existirán…

En mi castillo de la Memoria

En mi castillo de la Memoria

Mi espíritu tiene la necesidad de ti
mi cuerpo no descansara hasta que te encuentre,
porque te amo y no existe futuro para mi
sin que tu nombre no resuene sobre el mío
contengo en mí la fe sin precedente
y el deseo eterno de que entre ambos
crearemos un Universo Cenital
un cosmos cuántico
donde habiten tus estrellas y mis silencios,
los Dioses sin nombres que nos escuchan
y esa danza silente del Infinito que nos pertenece a ti y a mí
en mi castillo de la Memoria
tu y yo danzamos mientras el eco de nuestros pasos
resuena en las almenas más allá de las palabras,
tomados de la manos escuchando la voz del tiempo en la oscuridad,
¿Y que si tengo que bajar al infierno a buscarte?
no me importa,
porque soy el único que puede ir y regresar quien intentara salvarte
por mucho que te pese, por mucho…
que me pueda llegar a pesar a mí.

El vacio en mi casa regreso

El vacio en mi casa regreso

aquellos fantasmas dormidos volvieron a chillar

incrustándome el miedo a la noche

en mi corazón exhausto,

dejaste el insomnio perenne disfrazado de melancolía,

y veo como deambulan errantes en mi patio

los lastimeros fantasmas del olvido

habitan esta tierra yerma

donde las estrellas han decidido suicidarse ara no brillar,

sin ti no existe alegría y ninguna sonrisa

en este palacio ahora con aspecto de catacumba

donde se desvanece el paraíso

se caen a pedazo los murales y quedan viejos muros grises

infestados de mariposas y grillos anunciando muerte,

los focos de apagan en la contemplación de la ausencia

vuelve a ser de noche y no quiero dormir

sin la estrella que más brilla me quedo impotente

en una oscuridad sin significado

y me arrepiento cada día…

si hubiera sabido que no te volvería a ver

te hubiera besado tanto…

para que el día de mí muerte lo único verdadero

fuera el recuerdo de tu mirada cómplice

mientras incrustaba en mi alma el aliento de tu beso

con un poco de tu vida seria suficiente para no morir tanto.