Como
quizá sabéis, me han puesto gafas de cerca. Gracias a ella acabo de
tener una visión. Estaba leyendo en el jardín, y he levantado la vista, y
a través de ellas, aún he visto las estrellas, más borrosas de lo
normal, como es lógico, pero titilantes, más esforzadas. Y he visto
claro que la inmensidad se apiada de mi pequeñez. Estrellas, calderilla
de la misericordia divina, cómo brillan en el cuenco de mis ojos, en la
mano extendida de mi emoción.