Ojala nunca amaneciera y se quedara la noche postrada
al borde de nuestras camas
vigilando como peto de Vespere
impidiéndonos regresar a la vida
estallándome el corazón con su mirada de mármol celeste,
en mi desesperación
tronar los días como huesos de infante abortado
romper el llanto cual cachorro atacado por el maltrato del mundo infernal
que Destino tenga miedo,
es tiempo de liberar los secretos de mi ciudad