miércoles, mayo 24, 2017

En la primera versión francesa de "Rebelión en la granja" de Orwell, a Napoleón, el cerdo dominante, le llamaron César se podrida atribuír al chovinismo si Orwell quería dar un nombre vagamente dictatorial, pero que no enlazara muy directamente con la historia concreta ni con los sentimientos propios. A fin de cuentas, no le puso Cromwell a su cerdo así se perdía la indirecta de Orwell contra las simpatías comunistas de la intelectualidad francesa, Camus aparte. Y es verdad que César se llevaba todas las connotaciones a Italia y, de rebote, al fascismo más que al marxismo. Um, qué interesante.
Tú, muerte piadosa,
llévate así mi infancia,
con la juventud,
muy aprisa....
Por seguir con Jorge Manrique, ya no es la muerte la que llama a la puerta, sino nosotros los que la llamamos a ella. Es un cambio copernicano, diría yo. Y ni aquí me considero con fuerzas para reflexionar sobre su alcance. Quizá por eso, buscando refugio en lo sagrado, lo llamamos ''sacrificar'
Sé que te vi…
a ti a tu ser, a través
de mis ciegos presagios
¡qué hermoso es todo!
Con dos te miro
con sinco te prendo,
el corasón te parto,
la sangre te bebo.
La pas que tubo la reina 5
de los ángeles con su fijo presioso
la tengas tú conmigo.
Gurrionsita voladora, encantadora de mujeres
quiero que me encantes aquesta dura muger,
que con los ojos que me mirare
sean quebrantados a fuersa de tu vigor.
Guiris, guiris putanque chipir,
que llerba sos, llerba del amor de momotón,
de tibusigalpa es mi buen remolino,
quiero que me lleves por los ayres
a donde mi corazón piensa
para que los beinte y quatro Demonios
me encanten aquesta dura muger,
que ande llorando, y suspirando por mí
por los montes, ríos, y sabanas.
(conjuro XVIII)
Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos, que los hervientes étnicos montes manan, gobernador e veedor de los tormentos e atormentadores de las pecadoras ánimas, regidor de las tres furias, Tesífone, Megera e Aleto, administrador de todas las cosas negras del reino de Éstige y Dite, con todas sus lagunas y sombras inferna les, y litigioso caos, mantenedor de las volantes harpías, con toda la otra compañía de espantables y pavorosas hidras ; yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerza destas bermejas letras, por la sangre de aquella noturna ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen, por la áspera ponzoña de las víboras, de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado, vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas, y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya lo compre, y con ello de
tal manera quede enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición. Y se le abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí y me galardone mis pasos y mensaje; y esto hecho pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre, y otra y otra vez te conjuro, y así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.