viernes, abril 27, 2018

El ánima sola está condenada a sufrir el dolor de una inmensa soledad toda la eternidad. Celestina Abdégano fue una de las mujeres de Jerusalén que asistían a los condenados a muerte. El hecho que nos ocupa ocurrió el día que murió nuestro Sr. Jesucristo, viernes Santo.
A Celestina ese día le tocó la misión de subir al Calvario con un cántaro de agua para dar no en el en de beber a los mártires del patíbulo y de esta bebida les dio a Dimas y Gestas, pero por temor a los judíos no quiso darle de beber a Jesús y fue condenada a andar errante en el mundo.
Aunque nunca fue consagrada por la iglesia, el ánima sola puede interceder por nosotros. Si le rezamos y le pedimos con sinceridad, muchos son los beneficios que nos pueden llegar desde lo alto. Parece ser que ha hecho grandes milagros a personas que han invocado su nombre y han pedido su intercesión se puede orar y alcanzar muchos beneficios de lo alto.
Esta semana descubrí, como el infinito me abruma, como me aterra pensar en una concepto de infinito, saber que existe algo que me sobrepasa increíblemente eterno y sin opción de imaginar un fin o principio, o la conclusion de una coincidencia,, me hace sentir tan nada, es verdad que me odio, pero ese odio tiene un poco de importancia, y saberme nada, me acabo, me derroto por completo, ¡desde siempre el ser humano se ha preguntado; ¿para que vivimos? ¿porque tenemos conciencia de ser, de la vida o la muerte? y yo sigo creyendo para que venir a este mundo, solo, y vivir solo y morirme solo, es igual a no existir nunca, yo no soy mis malos poemas o mis cuentos, no soy mis fotos ni mis ideas o pensamientos, no soy un cuerpo o una imagen, soy todo eso en conjunto y al mismo tiempo esa aterradora nada.
De los que vendrán no pretendemos gratitud por nuestros triunfos, sino rememoración de nuestras derrotas. Eso es consuelo: el
consuelo que sólo puede haber para quienes ya no tienen esperanza de consuelo