Me tumbé en el suelo sólo para oír crecer la hierbaesperando un sueño que como un enjambre me envolvieray que me hiciera oír las rimas de antiguos romancespero sólo oí llorar a los que fueron amantesun sólo instante...La noche que la Luna salió Tarde 091
Vis autem in rerum natura; Amor.
El
amor en la posmodernidad es una utopía colectiva que se expresa en y sobre los
cuerpos y los sentimientos de las personas, y que, lejos de ser un instrumento
de liberación colectiva, sirve como anestesiante social.
El
amor hoy es un producto cultural de consumo que calma la sed de emociones y
entretiene a las audiencias. Alrededor del amor ha surgido toda una industria y
un estilo de vida que fomenta lo que H.D. Lawrence llamó “egoísmo a dúo”, una
forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, necesidad
del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad,
celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el
enclaustramiento mutuo…
Por eso creo que el amor, más que una realidad, es
una utopía emocional de un mundo hambriento de emociones fuertes e intensas. En
la posmodernidad existe un deseo de permanecer entretenido continuamente;
probablemente la vida tediosa y mecanizada exacerba estas necesidades evasivas
y escapistas. Esta utopía emocional individualizada surge además en la era del
narcisismo; en ella las relaciones se basan en el egoísmo y el egocentrismo del
individuo.
No siempre
fue de ese modo; A partir del siglo XII, el amor fue conceptuado como
algo tan profundamente sensual a la vez que trascendente; tan intenso hasta la
paradoja del gozo en el sufrimiento. Por amor se vive, se enloquece o se muere;
cifra los movimientos del ser.
Este al
amor se conoce, conjuga valores morales y sociales que son ajenos a lo villano.
Nada hay, de un trato burdo en la forma cómo interactúan hombre y mujeres;
tampoco se pretende él solo placer. Qué lejos se encuentra de otros desarrollos
coetáneos igualmente fuera de lo normal oficial, los goliardescos o los que
aparecen en la literatura ovidiana. En estos dos movimientos priva un hedonismo
naturalista que expone, un profundo individualismo.
El amor
goliardesco y ovidiano implica la consecución del gozo sexual con base en los
propios deseos, sin que exista la sublimación del sentimiento o la profundidad
emocional que caracterizan al sistema de pensamiento amoroso de mayor éxito en
la literatura de la baja Edad Media; el amor cortés. Este surge en la Provenza
de fines del siglo XI y la lírica trovadoresca. Fueron adquiriendo determinados
rasgos según la religión, el género, los usos vigente, etc., además debe
tenerse en cuenta que cada obra expresa un sentir particular y un modo
específico de conceptuar el amor. El amor cortés es una gran suma, y no se
explica como un modelo cerrado con elementos fijos.
La mujer se
concibe como un ser superior a quien el enamorado sirve para ser correspondido.
Es la domna en función de quien giran el pensamiento y las hazañas del
caballero. Para él la amada es un ser a tal grado perfecto, que la adora en una
suerte de religión de amor: habla de su naturaleza angelical, de reflejar la
suma belleza. Otro aspecto religioso también se traslada a contextos eróticos.
Sin embargo, a diferencia de los goliardos no cabe pensar que las irreverencias
religiosas sean intencionales, para Diego de San Pedro, se es mejor cristiano
por amor. Se trata de la aplicación al amor y a la mujer de un material
sumamente conocido. Si la dueña que mueve el sentimiento masculino es excelsa y
el concepto del amor goza de mucho prestigio, entonces amarla y servirla
conllevan bajo influjo neoplatónico, el ennoblecimiento y la superación del
enamorado. Se valida el amor a una mujer, para disgusto de los moralistas que
se afanan en demostrar lo contrario. Y no están muy equivocados en lo que se
refiere al deseo sexual, pues generalmente la pretensión del goce erótico con
la mujer se halla en la base de este amor, sin que por ello deje de ser
sublime. El hombre pretende que su amor sea recompensado, y la amada es libre
de hacerlo o no. El galardón implica, la entrega física de la mujer; pero ella
puede otorgar otras gracias, a la vez que probar el sentimiento de su
enamorado. Entre los dones que se otorgan, lo más simples desde el punto
erótico tienen que ver con permitir caricias y besos: otros, más sofisticados,
conllevan la contención masculina como demostración de verdadero amor.
Referencia a la competición de la dama despojada de atuendos, que es una
ceremonia íntima en la que la mujer permite que el galán, oculto en algún
sitio, la vea desnudarse como pago a su fidelidad y para que éste sea feliz. El
asag, que implica que el hombre pasa toda la noche vestido en la misma cama que
su amada, es una prueba de amor. Quizás el ejemplo más evidente de la sensualidad
del amor cortés se halla en las definiciones de amor purus amor mixtus.
El amor
puro es el que une los corazones de dos amantes con toda la fuerza de la
pasión; consiste en la contemplación del espíritu y de los sentimientos del
corazón; incluye el beso en la boca, el abrazo y el contacto físico con la
amante desnudo, como exclusión del placer último, pues está prohibido a los que quieren amar
puramente.
Se llama
amor mixto al que incluye todos los placeres de la carne y llega al último acto
de Venus, este también es un amor verdadero y digno de elogio; incluso se dice
que es causa de todo tipo de bienes aunque por él amenacen muy graves peligros.
No resulta
tan fácil el pretendido acercamiento físico del enamorado con su amada, de lo
que derivan varias paradojas anímicas, o ella lo rechaza o el encuentro se
dificulta porque hay una familia por medio. Y esto tiene que ver con que el
amor, en muchas de las construcciones teóricas y artísticas medievales, es
ajeno al matrimonio. El hecho, aunado al carácter sensual de este amor, lleva
consigo la obligatoriedad masculina de reservarse el nombre de su amada.
No siempre
se disocia el amor del matrimonio. Cliges, Yvain o algunas composiciones de
Jorge Manrique cuyo rasgo fundamental es el amor cortés, el adulterio, lo que
tampoco es del todo cierto porque, la amada es aún soltera. Que el amor
generalmente no tenga que ver con el matrimonio se explica por el hecho de que,
en la elección del conyugue, privan los intereses económicos familiares; no
hay, una elección individual libre y voluntaria que es lo que precisamente defienden
los expositores del amor cortés, el matrimonio conlleva una carga de
obligatoriedad y los amantes se dan todo gratuitamente el uno al otro y sin que
una razón lo obligue. Y estos amantes son fieles hasta la muerte.
Se trata de
un amor monógamo, pero no siempre eterno. Sin embargo, las obras que mayor
influjo tuvieron son aquellas que muestran un amor contra cielo y marea, que
incluso llega a transcender la muerte, leyenda de Tristán e Iseo.
El elemento
más ovidiano de este amor, es un arte, pero con un fin sublime: el amo. En
cuanto arte, hay que cumplir con una serie de pasos para solicitarlo y para
otorgarlos, según sea el caso. Una vez que la pasión innata surge ene le hombre
por la percepción de lo hermoso, que es idea que se nutre del pensamiento
neoplatónico, el enamorado debe cumplir varias etapas de su acercamiento a la
amada. Es un rito de tratamiento mutuo que no se trasgrede, para no ser tachado
de inmoral tanto en un lado como del otro.
El amor
puede enfermar a quien lo sufre si la persona amada no lo corresponde o no le
corresponde físicamente o se aleja o lo abandona. Esta conceptuación tiene
apoyo médico y el recibe el nombre de héroes. La enfermedad, que deriva
fundamentalmente del deseo sexual insatisfecho, es de tipo mental y presenta,
además de una profunda melancolía, otros trastornos físicos.
Es tal la gravedad que produce el mal que los
héroes no son curados: caen en agonía o se mueren. Hay varios métodos para la
cura que van desde distraer al enfermo hasta provocarle la repulsión por ella.
Si estos remedios no surten efecto se intenta reducir la inflamación del
cerebro y la corrupción de la imaginativa del paciente mediante la satisfacción
del deseo sexual al menos con otra mujer.
Creer en el amor, no es una experiencia es una
cuestión de Fe y yo como buen medievalista, tengo fe en el AMOR.