martes, noviembre 08, 2016

Tan en casa sin este amor por la vida
sin el amor propio,
pasara un deseo marchándose por la mirada
encontrada en una vasija de entierro,
su mirada muerta de juguete
entrando por los ojos
se sentirá a una lucha sin nada que ganar,
despacio se vacía las lagrimas con las ilusiones
para quedar un liquido espeso en la urna funeraria,
sobre el tiempo,
figurando abismos que sacudirán aves y marejadas cubrirán las praderas
temido infierno en tu piel,
un espectador del crimen, de mi asesinato,
siempre me matas mirándome a los ojos
cada vez que mi muerte anuncia una despedida
no me mires a los ojos y me recuerdes que he muerto de verdad.
La lucha del Héroe es la personificación de la lucha de cada uno y, por ello, la batalla ganada por el nos incluye a todos. Parafraseando a un poeta: el mundo que ya no tenga héroes está condenado a morir de frio.
Desde el amanecer hasta la noche, el señor Oscar viaja de vida en vida, interpretando a varios personajes con identidades completamente distintas: es un ejecutivo, un asesino, un mendigo, un monstruo, un padre de familia... Está solo, en busca de la belleza de un gesto, la misteriosa fuerza motora, las mujeres y fantasmas de su pasado. Pero, ¿dónde está su verdadera casa, su familia, su paz?