miércoles, octubre 30, 2019
Durante mucho tiempo se ha dicho que el cabello de una mujer es la
gloria que la corona. De hecho, a lo largo de la historia, el pelo ha
constituido siempre un importante símbolo cultural de la feminidad. En
el arte medieval, las imágenes icónicas con el pelo largo y fluido
pueden expresar la sexualidad, y el corte de pelo de una mujer a menudo
indica su mal comportamiento femenino. Artistas de todo tipo en la Edad
Media usaban el cabello largo de la mujer para manipular a su audiencia
con respecto a la consideración de sus figuras femeninas. Este trabajo
de carácter interdisciplinario explora el significado de cabello de la
mujer en la literatura y el arte de la época medieval, situando en su
correspondiente contexto histórico las formas en las cuales el cabello
participa de la construcción de la identidad femenina.
Yo nací de las cenizas del reino del desamor
como un príncipe torpe de cuento de hadas me caí
No pase el amor
en esta tierra de fuego y reptiles
la flor más noble de las rosas del infierno
tocó el viento de montaña
este poema aislado de tus ojos vigila
el arroyo obscuro en el paraje de los álamos
el fino dolor de la conciencia polvorienta de los caminos
ardiendo la pólvora del amor,
inmersión de la lluvia en zanjas de agua
el corazón esmeralda de la lluvia para la mujer
echada en un terciopelo de flores extrañas
balada en la boca del abismo
como un príncipe torpe de cuento de hadas me caí
No pase el amor
en esta tierra de fuego y reptiles
la flor más noble de las rosas del infierno
tocó el viento de montaña
este poema aislado de tus ojos vigila
el arroyo obscuro en el paraje de los álamos
el fino dolor de la conciencia polvorienta de los caminos
ardiendo la pólvora del amor,
inmersión de la lluvia en zanjas de agua
el corazón esmeralda de la lluvia para la mujer
echada en un terciopelo de flores extrañas
balada en la boca del abismo
En la mitología celta, los sidhe, o pueblos feéricos, también celebraban
Samhain; en realidad parecía que ellos fueron los que patrocinaban la
Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las hadas podían tomar
maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que
cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente pudiera echar un
vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios llenos de
tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente
en aquel reino encantado, sentían por las hadas un gran respeto, teñido
de terror.
¿Recuerdas cómo mueren los Ruiseñores?
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del mar de los Zargazos
el agua los engulle como al plomo.
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del mar de los Zargazos
el agua los engulle como al plomo.
Nada puede salvarlos.
Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.
Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.
No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.
Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.
Te has sentado a mirarlos.
Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto,
lo traiciona y lo empuja.
Has venido a salvarme.
Es cierto,
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.
Deja a un lado la carne,
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.
No hay estrellas debajo del océano.
Abre los ojos,
es tan ciega la muerte que el temor te confunde.
Abre los ojos,
búscame ahora en medio de este océano,
voy a agarrarte fuerte con mis brazos,
siente cómo te aprieto,
busquemos nuestra orilla,
el mar no ha dibujado nuestros nombres,
es hoy, no somos el pasado,
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.
Nos espera la vida.
Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.
Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.
No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.
Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.
Te has sentado a mirarlos.
Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto,
lo traiciona y lo empuja.
Has venido a salvarme.
Es cierto,
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.
Deja a un lado la carne,
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.
No hay estrellas debajo del océano.
Abre los ojos,
es tan ciega la muerte que el temor te confunde.
Abre los ojos,
búscame ahora en medio de este océano,
voy a agarrarte fuerte con mis brazos,
siente cómo te aprieto,
busquemos nuestra orilla,
el mar no ha dibujado nuestros nombres,
es hoy, no somos el pasado,
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.
Nos espera la vida.
¿Y a la noche vamos a pedirles nosotros que nos deje dormir? Es en la
falta de oscuridad cuando ocurren las cosas que nos preocupan, que nos
aterran, pero también nos fascinan. Es el frío entrando por los
recovecos de las casas y la niebla subiendo de la tierra aparentemente
seca.
Pero somos nosotros los que abrimos los ojos cuando la luz se va. Cuando nadie queda en las calles para contemplarnos, allá estamos nosotros mirando a través de nuestras ventanas. Cuántas veces no me habré sorprendido mirando las luces filtradas a través de las ventanas de las casas a altas horas de la madrugada, y me habré encontrado pensando por qué se mantenían despiertos tan tarde.
¿Por qué? A veces, pongo a la noche en duda..
Pero somos nosotros los que abrimos los ojos cuando la luz se va. Cuando nadie queda en las calles para contemplarnos, allá estamos nosotros mirando a través de nuestras ventanas. Cuántas veces no me habré sorprendido mirando las luces filtradas a través de las ventanas de las casas a altas horas de la madrugada, y me habré encontrado pensando por qué se mantenían despiertos tan tarde.
¿Por qué? A veces, pongo a la noche en duda..
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