sábado, marzo 07, 2020

Azótame memoria
con las cosas que fueron y jamás volverán,
y Dios pido clemencia dame paz,
dame cien ángeles con espadas de fuego
que terminen con todo rastro de lo que fui ayer y hoy
mañana tal vez sea un día precioso,
azótame tiempo con él jamás volverá...
rápido desata un vendaval,
confió que mañana todo será mejor
pero no quiero ver un mundo
donde se coronaran salvos
y sabios reinen,
por favor no quiero
si quiera ver tres minutos después de esto,
ni aguantar una vida
donde las cosas se cuentan no como fueron
si no como debieron ser,
pútrida realidad mentira piadosa
no quiero...
pues tengo miedo de lo que llegara
como caja de Pandora.
Por un cielo de tormenta
la luna roja resbala,
con nimbo de azufre y cloro
su faz de bruja nimbada.
Desde la noche sin grillos
le chistan lechuzas raudas;
desde los ranchos sin sueño
miedosos perros le ladran;
y las viejas se santiguan
al verla tan colorada,
pues luna con sangre es luna
que trae segura desgracia.

¡Ay, que se ha puesto la noche
como para cosa mala
con ese viento chiflón
que le sopla las entrañas!
Las chacareras encogen
el cuerpo bajo las sábanas
y aprietan los duros muslos
entre las duras enaguas;
que luna con sangre es luna
que trae segura desgracia,
y es siempre en moza doncella
que el maleficio descarga.
¡Ay, quién pudiera velar
hasta la margen del alba,
el pensamiento y las manos
trabaja que te trabaja
—devanando aquél leyendas
y éstas devanando lana—,
mientras las brasas se azulan
y llora el candil de grasa!
Pero hay que arar mucha tierra
mañana por la mañana,
y ya en los ojos el sueño
pesa y pesa, llama y llama...
¡Ojalá la luna roja
lleve lejos la desgracia!
Hoy odio el mundo con toda mi pasión
de ser Ericto, sí tuviera los dones de la Morrigan
o las artes de la doncella Hell
el mismo miedo me temería,
acompáñenme desdichados marchemos a la ruina
seamos partícipes del fin de las alegrías.

Una vida por otra ¿te parece justo?
no digas que yo te quería asesinar
ahora todo tiene un orden,
las salidas se a completan ahora estarás bien.
Mi guadaña lo jura sigue sonriendo
nos asesine en mitad del espejo
libre de perdón amo de las culpas
medio día sin fobia o cura
un diez de espadas magia prohibida
sueño del sueño en mi mano tatuado.
Siento el aire abandonar mi cuerpo,
neblina llevó en la memoria llena de intentos
para mejorar y no acercarse al corazón,
que arde de amor y destruye sin compasión
el dolor pronto parara y el miedo terminara,
no he dormido pero está bien la locura
me sienta bien un dios sin cordura,
quiero damas de blanco,
voy jugar de nuevo bruja ahora sí abrázame
bonito y loco encanto insomne fastidioso,
triste ataúd no es mejor que la muerte.
Un viejo en cuerpo de bebé
niño envenenado con su maldad
sin esperanza es un diablo roba felicidad
soy muerte la calavera vestida de azúcar
letras feas, fotos que asustan,
maltrecha maldición
hijo de serpientes hermano de huesos,
una vida hiedo a desilusión,
estas son mis huestes las de los malditos
que jamás volverán a ver el sol.
Sigfrido creció en la selva y luego tuvo como maestro al herrero Mime, que le aconsejó como debía matar a Fafner, el dragón custodio del tesoro de los nibelungos. El futuro héroe forjó nuevamente la espada que había pertenecido a su padre (Nothung o Balmung), y con ella atravesó el corazón del monstruo, en cuya sangre se bañó para hacerse invulnerable. Sólo un lugar de su espalda —donde se pegó una hoja de tilo— no fue bañado por la sangre.