lunes, abril 30, 2018

Mas que una plegaria...
el sonido de un violín con tres cuerdas
un paño de muerte sobre una dama,
rosas en mi jardín tierra para mis muertos,
antaño y ahora en mis dedos corriendo
sobre mis miedos,
huele la putrefacción como una satisfacción
viento y neblina en medio del cementerio
camina la muerte llama a sus vástagos
y bailaran mientras juegan a dormir por siempre.
Arroje mi nombre al fuego,
en esas bellas llamas que han iluminado la noche mas oscura
regale una sonrisa y la vida,
he muerto en medio del fuego muerto como el sol en octubre
y hoy amanece, es el día donde el invicto sol triunfa sobre las sombras
prepare mi renacimiento
en medio de la noche más oscura nace la nueva luz,
la promesa de la vida,
el niño divino
seré lo mejor de mi
que así sea…
Es cierto que la primavera es una época de alteraciones y cambios, el dormido invierno se marchó y la primavera trae el despertar, lo nuevo, los cambios necesarios para la llegada del verano que muy pronto estará aquí.

Nosotros sentimos en nuestro interior que las cosas estas variando de forma que nuestro cuerpo físico y nuestro espíritu se inquietan, se alteran.

Estamos más nerviosos y a la vez nos sentimos decaídos, nos resulta difícil tomar el sueño y a la vez nos cuesta mucho levantarnos por la mañana. Son los cambios de esta estación tan inestable en emociones como en el clima.

La primavera es una estación de alteraciones climática, siempre lo ha sido y hoy en día más. Es normal encontrar unos maravillosos días soleados y calurosos y al siguiente se produce un drástico cambio atmosférico y llueve torrencialmente o nieva con más ímpetu que en el propio invierno. Ventisca de granizos pueden sorprender a los más precavidos y un implacable sol hace que las temperaturas suban.

La joven Diosa está inquieta, se maravilla ante todo y sus emociones se reflejan en la explosión de colores que invade la Naturaleza, su energía sexual la lleva a explorar cada rincón de su cuerpo y a buscar un compañero para amarse con gran pasión.
No hubo cantos de Ángeles,
ninguna brujo vino a bailar conmigo alrededor de la hoguera,
no encontré Hadas en este viaje,
triste Walpurgis...
Siento que cada medio día, buceo en el fuego.
Me sumerjo en una tempestad de llamas que me abrasa, que me despelleja por dentro.
Las corrientes de convección me arrastran al fondo del averno.
Siento como unas pesadas cadenas de plomo hirviente, me retienen privándome de libertad.
Es el recuerdo que me acecha y me inmoviliza en esa hoguera expiatoria del sufrimiento.
Y el bálsamo de la noche
qué diferente del invierno.
La noche, con su refrescante aliento, devuelve la vida a mis calcinados miembros.