martes, noviembre 01, 2016



Todo cuanto necesitas para ver la totalidad de la vida, es verla como mortal. Yo moriré, tú morirás; ¿cómo podríamos amarnos si no fuera así? El sol se apagará, ¿qué otra cosa lo mantiene brillante?
Temible señor de las sombras, dios de la vida y dador de vida
pues conocer la muerte, es conocerte
abre de par en par te lo ruego, las puertas por las que todos debemos
pasar
deja que nuestros seres queridos, que se han marchado,
vuelvan esta noche para divertirse con nosotros.
y cuando nos llegue el momento, como así debe ser
oh, tú, el confortador, el consolador el dador de paz y descanso,
entraremos en tus reinos contentos y sin miedo;
pues sabemos que una vez revivificados y descansados entre nuestros
seres queridos
volveremos a nacer por tu gracia, y por la gracia de la gran madre
que sea en el mismo lugar y el mismo tiempo que nuestros amados,
y que podamos encontrarles y conocerles y recordarles,
y amarles de nuevo.
desciende, en ésta noche que,
celebro la memoria de mis ancestros,
y de aquellos que me precedieron en ésta senda
celebro además, Cernunnos, tu pasaje
hacia las tierras del verano
cazador astado,
señor de los bosques,
honro tu memoria y aguardo tu retorno
desde el vientre de la diosa.
señora de la luna menguante,
ayúdame a comprender tus misterios,
guía mis pasos en lo más oscuro,
protégeme, y muéstrame
que así como de la noche nace la luz,
el ciclo renace, eterno, por siempre.
Los pasos que seguimos hacia lugares de descanso son los de los Dioses que nos conducen a los mundos de donde hemos de volver cuando la cortina de oscuridad se rompa.
Esperamos siempre el regreso de los seres que amamos. De ningún otro.
Madre de toda vida de ti, de tus misterios aprendemos que la muerte es solo una parte de la vida que tu nos otorgas, de la misma forma en que la Oscuridad es parte de la Luz.
Contigo y bajo tu amparo el ciclo de la vida renace eterno por todo los siglos de los siglos
-Vi mil luces en el firmamento y descubrí un millón de seres, que sentí en el paso del tiempo que sin misericordia paso apabullante mente sobre mí en un instante; el manto azuloso de la eterna noche me dio una fuerza sin igual me transmute en un ser maldito, con el don de Dios y el del diablo en mi, otro más de la especie nocturna que mezcla el deleite con la muerte, el que no siente temor el que es libre el que blasfema, sabiendo que no existe pecado más terrible que existe bajo la piel del monstruo.