miércoles, agosto 23, 2017

Me acuerdo cuando Laura me comento que era como la peste negra, que siempre traerla un mal a los que estaban a mi alrededor, los cercanos o los que pasaban que no importaba era algo en mi que no era mi culpa pero que enfermaba, cuando Caro, se fue, recordé eso mismo y creo que lo reafirme con Mire, cuando me dijo que era la muerte, supongo existe algo de verdad en ello, la verdad no me hago lio, no es mi culpa ni mi intención pero es una verdadera chinga cargar con pesos que ni siquiera sabia cargaba... Cosas que pienso mientras camino busco donde conseguir un piti...
Brujo, hereje, Iluminista, transgresor, grosero, demente, al borde del abismo de una intima desazón, desconcertado, perennemente insatisfecho, insolente, incorregible, astuto, revolucionario, descarado, indisciplinado, lobo solitario, depredador de los valles brumosos de mis deseos. Temerario, desordenado, caótico, insomne, abrumado por el tiempo que nace entre mis dedos. Furioso, imprudente. Una voz en mi espíritu creador. Todos los rostros del Ouroburos Sacramental que se alza en mi espíritu. Caballero.
Todos los rostros del espejo de mi memoria, entre mis dedos.
Sea un nuevo renacimiento, en mí.
El Libro del Castellano de Coucy
La leyenda del corazón comido, en la que un marido celoso se venga de su mujer adúltera, dándole a comer el corazón guisado de su amante, se fijó en la literatura cortés de la Edad Media tras una selección y asimilación de remotas historias clásicas, convirtiéndose en un motivo favorito de los escritores medievales.
Esta leyenda -que, con mayor o menor regularidad y mejor o peor fortuna en su tratamiento, ha seguido apareciendo a través de la historia de la literatura hasta nuestros días- se integró entre 1280 y 1285 en EL LIBRO DEL CASTELLANO DE COUCY (Anónimo) en la versión que, a partir de entonces, ha sido relatada y citada en innumerables ocasiones.
La leyenda del 'corazón comido', tan querida por la tradición francesa, resurgió más ligera, cuando se rumoreó que Margot de Valois (hermana del rey Carlos IX de Francia y esposa de Enrique de Navarra, posterior Enrique IV de Francia. 2ª mitad del s. XVI), llevaba siempre encima un cinturón del que colgaban los corazones disecados de sus amantes muertos (otros dicen que los guardaba en cofres junto a su cama), y que contribuyó a su fama europea como mujer extraordinariamente hermosa: la más hermosa de su tiempo, cosa que no confirman sus retratos.
En esta literatura referida al rey Arturo, se exaltan aquellos singulares personajes que tienen comportamientos ejemplares para la vida caballeresca y una actitud social modélica. El paradigma del perfecto caballero artúrico se construye a partir de un sofisticado entramado en el que entran en juego el respeto de las leyes de la corte, el mantenimiento del orden jerárquico, la consecución de los deberes caballerescos, la realización del protocolo amatorio y la ejecución de las obligaciones religiosas.