martes, junio 23, 2020

Yo sigo siendo el misterio encerrado en la cueva de la monstruosidad,
esa noche donde poco a poco va naciendo el día,
soy la belleza de luz y la sombra en una danza macabra,
la calavera enterrada en el piel
como un dolor y cruz que van purificando el alma,
soy el viento que habla con los ruiseñores,
el tiempo despedazado en las razones lógicas
de las perturbaciones de no ser,
aquí me llamo noche oscura, ese no ver,
esa alma que quiere vislumbrar por un fin,
soy el sexo idílico perfecto para encontrar la vida
y sin embargo no acabo de sentir nada,
soy y seguiré siendo; la nada, la ausencia y el sustituto,
la aridez ocasional de la vida lo que siempre se olvida,
noche, noche oscura
y esa esperanza que no sabe si espera,
que se pone mustia…

Os invoco Brujas, venid a mi venid al coven...
Fuego.
Siento que cada medio día, buceo en el fuego. Me sumerjo en una tempestad de llamas que me abrasa, que me despelleja por dentro.
Las corrientes de convección me arrastran al fondo del averno. Siento como unas pesadas cadenas de plomo hirviente, me retienen privándome de libertad.
Es el recuerdo que me acecha y me inmoviliza en esa hoguera expiatoria del sufrimiento.
Y el bálsamo de la noche.
Qué diferente del invierno.
La noche, con su refrescante aliento, devuelve la vida a mis calcinados miembros.
Regresan los sentidos a mi cuerpo:
Olfato, para oler la suave fragancia del jazmín; vista, para contemplar en el recuerdo las sutiles curvas de tu lejana topografía; oído, para gozar con tu presencia, con tu razonamiento; y tacto, para no perderme nunca en la oscuridad agarrándome a cada pliegue de tu deseado cuerpo.
Puedes sentir el fuego como agua,
como lluvia que inunda,
como sed que se sacia,
como tormenta ardiente
que espera su calma.
Después de ese fuego que abrasa
la paz de tu mirada
no necesita palabras.
Brotan chispas que encienden mis ansias,
ponen alas al deseo
…se reavivan las llamas
Y el fuego nunca se extingue
…si lo bebes como agua
Hay que predicar sobre el fin
de los cuerpos que nos lideran
que dejaron a su alma
apoderarse de vanas glorias
solo para poseer estados.
Todos esos mortales
esperarán al pie de la hoguera
gimiendo con impotencia
la pérdida de los placeres terrenales.
Llorarán, sobre sus tumbas
con la danza de la muerte
el fuego los consumirá
y sus ropas se harán cenizas.