miércoles, febrero 15, 2017

Desandar lo aprendido
hasta reconocerme silencio,
deshacer la luz
para volverme espuma,
creer que en los perfiles de tu nombre
se suceden las mareas,
que en la cadencia de tus manos
renace mi deseo.
Habitar en las certezas
que recorren tu vientre,
en los caminos
que transparenta la memoria,
en los espejos
que toman forma en mi voz.


"Puesto que el hacha caía sobre la cabeza de la víctima, cuando el ejecutor del sacrificio se acercaba a ella no tenía la posibilidad de escapar al sentimiento de culpa que se le imponía sino por medio de una actuación muy grosera, y que no tenía ningún contenido. Me parece que el sacrificio antiguo era más entero, comparable al sacrificio asumido por un cristiano que se hundiera voluntariamente en el pecado y pensara que no puede evitar descender al abismo para que la redención se cumpla."
Georges Bataille
El silencio es luz primigenia,
en tu mano blanca se esparce
como caricia primera.
Tu presencia,
sobre mis ojos aturdidos de silencio,
sobre el recuerdo que susurra un sólo nombre:
el del temblor de la noche.
Tu silencio mortal sobre mis ojos ingrávidos,
sobre mi mano blanca y desposeída,
la ausencia toda adherida al recuerdo,
en el más antiguo dolor prendida.