"no se preocupaba
de que mi cuerpo
la accediera con todas
las formas de Cipris.
¡Pero qué celoso es
Eros!
Me tendió una emboscada
nocturna e hizo que mi amor vertiéndose huyera,
alejando el sueño.
Así de mis ensueños
mismos que adormecen
Eros envidia el provecho
de una dulce unión".
(trad. de Guillermo
Galán Vioque)
Macedonio (A.P. V 243)
Tres
Manos
que se deslizan sobre todo mi cuerpo,
el
tuyo sin diferencia en la piel
estas
caricias queman por dentro
quizá
sea la ropa que cubre el encaje que adorna tus senos,
encaje
intrigante vestido de sombras
lo que
hace temblar mi pulso perverso
cuando
despojo en jirones y fragmentos
ropa
ceñida en tu cuerpo,
inquietando
este tacto la textura de tus medias que cubren tus piernas,
dan
gusto al placer de descubrir los secretos,
queriendo
beberte como el vino más perfecto,
entre
tus muslos, de entre mis besos
no es
lujuria ni sexo, no es amor apasionado,
no
importa, ni tiene nombre el deseo,
es una
danza un asesinato
se
pierde uno y otro formando un silueta
de
dos los cuerpos enlazados por piernas y
brazos,
es
este fin art d'amour,
un
paraíso escondido en la habitación.
Obsérvame
mientras te exploro,
quiero
tus ojos, cazando apoderándose de mi
y
descubre en mis labios el peaje
camino
donde llevarte
por
todas las pausas de tu respiración,
forma
correcta para agredir tus muslos,
el
vientre tus pechos, tu cuello flexible
gobernado
con la excitación de un preámbulo del al lado oscuro de tus infernos.
¿Podre
encontrarte más hermosa?
que
desnuda yaciendo a mi lado,
solo
encontrarte en mí conversando un lenguaje intimo
dónde
se cambian versos por gemidos,
aquí
descubriéndote,
aprendiendo
nombrar cada peca de tu cuerpo
con un
verso perverso,
me
aprenderé de memoria las marcas, las caricias, los besos
recitare
la canción de tus sollozos al caer tu ropa junto a la noche,
en ese
instante perpetuo
donde
no es, si no tiene que ser,
conmuéveme
con tu mirada precisa
juguete
inocente en el preámbulo de insinuaciones básicas
sedúceme
con tu coqueteo universal terriblemente real,
un
sigue silencioso, me basta
cuando
ya nada cubre tu cuerpo
esta
el manto de mi deseo encarnado en mi cuerpo sobre ti
estas
manos comprenden un cuerpo,
se
liberan como bestias,
me
libero para poseerte con ansias y dulzura
y
responderás con alientos y suspiros,
en los
momentos que usurpe en tu intimidad,
que me
incita a perderme una o mil noches
en el
debatir de arrancarte un final drástico casi fatal,
un
choque donde moriremos en partes,
a
mitad del sexo casi enfermo y cuerpos agotados,
cada
uno recibe su sentencia, y paga su deudas con delicia,
¿quién
se roba el placer con los juegos?
¿quién
seduce con el cuerpo al ingenuo?
así
son las tres maneras en la habitación,
el
deseo, el gusto y la pasión,
que
ganas que me das de morirme
hoy
entre tus piernas y a la mitad de tus pechos…