viernes, noviembre 25, 2016

Oscuramente sabemos quiénes somos en realidad; de ahí nuestro pesar al tener que parecer lo que no somos y de ahí nuestro apasionado deseo de superar los límites de nuestro aprisionado yo
Miedo al fuego ardiente, miedo a la ceniza
a ser polvo de raíz vieja
seré un trozo más de un árbol
quemándose en la angustia de los cantos
de las aves muriendo
escucha los lamentos sus trágicas quejas
la ciudad está podrida…

Desesperadamente alegres
gritos de gentes que se quiebran constantemente
aire vació, casa vacías, bosques vacíos, cabezas vacías
desesperadamente alegres
Un poco mas de mi como
un fino polvillo de raíces
trituradas de algún árbol muy joven madera
desperdiciada en el fuego de la cólera
no sabrás nunca de qué forma
grité tu nombre en todos los días
que estuve yo y yo
Desesperadamente alegres
gritos de gentes que se quiebran constantemente
aire vació, casa vacías, bosques vacíos, cabezas vacías
desesperadamente alegres
Soy un ciervo que en una noche
fue atravesado por una saeta de fuego,
caída de ningún lado y de todas partes
como si algún dios le castigar por algo
que no sabe ha hecho.
En marcha corre huyendo de las huellas
de su pecho machado con sangre,
asustado hacia la montaña, aprisa,
esperando en lo alto del despeñadero,
le pueda salvar un salto de fe.
Iré a la nada, la esperanza del que nada tiene
para entregarme a un vacío
corro, siento, vuelo,
vivo el viento en mi rostro,
respirando fuerte este hedor a muerte
que mi cuerpo despide.
Todo se rompe, los huesos, los sueños por igual,
Las astas se enredan en las ramas,
las espinas cortan la piel,
me llena la sangre y cae, cae,
en el bosque… Mi Cabeza
que sera colgada en mi pared.
Este cuerpo putrefacto
añora un abrazo,
es una necesidad que quema
duele mas que el fuego o las yagas en la piel
rompe mas el alma que cualquier martillo
en la fragua golpeando metal,
que idiota suplicio,
triste maldición,
idílico deseo de ser amado…

Ahora por compasión, un golpe en la cien,
algo que quiebre toda la esperanza
que se termine el humano,
que reine el mounstro
el que sabe no es digno del cariño
de este mundo.